HISTORIETA, ESTADO, POLITICA Y GRADOS DE AUTONOMIA
Sebastian Gago y Roberto von Sprecher
«La ignorancia de la
problemática específica que históricamente se ha constituido en el campo y
respecto del cual las soluciones presentadas por el especialista adquieren su
sentido lleva a considerar los análisis científicos como respuestas a preguntas
de sentido común, a interrogaciones prácticas, éticas o políticas, es decir
como opiniones, como ataques las más de las veces (debido al efecto de
revelación que producen).» (Bourdieu, 1995: 361)
Introducción.
Las
posibilidades sobre cómo pensar las relaciones entre la historieta y la
política parecen ser casi infinitas. En
este artículo hemos hecho un recorte para considerar algunos aspectos que se
relacionan con otras investigaciones que venimos realizando. En primer lugar considerando la política
desde su conceptualización en relación a la sociedad
civil y a la sociedad política
según Antonio Gramsci. Esta perspectiva nos permitirá plantear como funciona la
política en cualquier historieta, en cualquier discurso. En segundo lugar consideraremos, teniendo en
cuenta la teoría de Pierre Bourdieu, la relación del campo de la historieta con el campo empresarial capitalista –que
autoriza a establecer un nexo con la concepción de sociedad civil de Gramsci- y
con el campo del Estado, y particularmente con el Estado-Gobierno.
Así
realizaremos:
a. Tendremos
en cuenta las construcciones de modelos sociales que, incluso por omisión y
frecuentemente en forma irreflexiva, se construyen en cada historieta, funcionamiento
particularmente refractado por la dependencia del campo económico o empresarial
capitalista.
b.
Una primera consideración de los posibles gestos e intervenciones en el campo
de la historieta por el Estado-Gobierno en Argentina en el proceso de canonización
de Oesterheld. Y
c.
Otras intervenciones, centradas en situaciones actuales como la revista Fierro, segunda época, y el Proyecto Télam de producción de
historietas. Estos objetivos implican considerar la competencia que se está
verificando en el campo de la historieta local, las luchas discursivas y
prácticas, respecto de qué historietas producir y para quién.
Todo el tratamiento de los temas está pensado
en relación a los grados diversos de autonomía del campo de la historieta.
“Unas prácticas regular y perdurablemente libres de
las imposiciones y de las presiones directas o indirectas de los poderes
temporales [y aquí incluimos el campo empresarial, el Estado-Gobierno, la
política en distintos pero complementarios y competitivos sentidos] sólo son
posibles si son capaces de basarse no en las tendencias fluctuantes del estado
de ánimo o en las resoluciones voluntaristas de la moralidad, sino en la
necesidad misma de un universo social que tiene como ley fundamental, como nomos, la independencia respecto a los
poderes económicos y políticos. Si, dicho de otro modo, el nomos específico que se constituye como el orden literario
[historietístico en nuestro caso] o artístico se encuentra instituido a la vez
en las estructuras objetivas de un mundo socialmente regulado y en las
estructuras mentales de aquellos que lo habitan y que tienden por ello a
aceptar dándolos por sentados los mandamientos inscriptos la lógica de su
funcionamiento.” (Bourdieu, 1995: 98/99)[1]
Teoría.
Realizaremos
una síntesis esquemática y elemental de algunos de los planteos centrales de
Antonio Gramsci y Pierre Bourdieu que
pueden resultar herramientas útiles para pensar el tema que nos estamos
planteando:
El concepto de
hegemonía es clave en Gramsci y se
refiere a las situaciones, que corresponden a las democracias liberales, donde
la clase dominante ejerce su dominio a través del consenso, cediendo para
lograrlo bienes materiales y simbólicos (que no afecten su propiedad de los
medios de producción); desde Bourdieu se puede pensar que entre lo que la
burguesía cede para lograr el consenso se encuentran las regiones de autonomía variable de los campos de la industria
cultural (del cine, la historieta, del trabajo mismo). No estamos pensando en
esas regiones de autonomía como espacios de construcción de la contra-hegemonía
que proponía Gramsci y que históricamente no ha funcionado –al menos en la
dirección en que la pensaba él-.
La hegemonía
supone una relación orgánica entre superestructura
y estructura (planteada como en
Marx). El aporte importante es la
conceptualización de Superestructura que la divide en Sociedad Civil y Sociedad
Política. La segunda supone al Estado-Gobierno, el Partido, frente,
etc., que en un momento determinado ha logrado ocupar el Estado y desde allí
desarrollar sus políticas. La sociedad civil que muy en general supone
“lo privado” es considerada, sin embargo, por Gramsci, como Estado en sentido ampliado, dado que es
el lugar de las competencias por el sentido
común que es la base del consenso e implica una lucha ideológica y
política, una competición entre modelos de sociedad. En este espacio, necesariamente, se han
ubicado todas las historietas producidas en su relativamente corta historia. Volviendo a Bourdieu podemos considerar una
homología con la dominación del campo
de la historieta por el campo empresarial capitalista y con una fuerte acción
por parte del mismo para lograr que las que podrían ser normas propias y
autónomas del campo dependan de aquel y tienda a construir definiciones de la
realidad que contribuyan, en un proceso complejo –imposible de desarrollar
aquí- a consolidar el sentido común
(concepto usado por ambos autores, uno de los grados cualitativos de la ideología
para Gramsci). El Estado-Gobierno históricamente no ha intervenido, ni le ha
hecho falta, salvo unos excepcionales casos[2],
en el campo de la historieta, pero sí encontramos algunas situaciones de
intervención del mismo, incluso a partir de la demanda de los productores
culturales reales –guionista, dibujantes-.
Haremos una referencia a acciones recientes en Argentina.
Al tratar
estas cuestiones no deberíamos perder de vista que cada campo, incluyendo el de
la historieta, con una heterogeneidad variable–entre dominación y autonomía-
es un campo de luchas por las normas y reglas que rigen el campo, como también
por el juego que se juega en el mismo, y que esa competencia por imponer normas
y reglas supone que cada campo tiene políticas de gobierno. Por ejemplo, en el campo de la historieta
argentina actual, en 2011, se ha hecho visible una discusión entre aquellos que
a partir de la desaparición de la industria cultural local de historietas
construyeron una política de autonomía,
que promovía la obra sin necesidad de que supusiera –al menos a corto plazo-
ingresos económicos por la producción de las obras, con otra perspectiva cuya
política opta por trabajar para medios, como revistas infantiles, de humor
político, diarios, o para el exterior, que apoyan una profesionalización que
supone que la autonomía está limitada (nunca en forma total) por las
restricciones que cada medio impone, implícita o explícitamente, y que demandan
una profesionalización orientada por
la búsqueda del crecimiento del mercado, del público, del aumento de las ventas
o simplemente de la obtención de salarios, orientación que finalmente cede
autonomía.
Dentro del
concepto de Estado en sentido ampliado, la industria cultural es una estructura
ideológica omnipresente clave para el logro de la hegemonía.
No sería
incorrecto plantear que “toda historieta es política”, pero es un planteo poco
útil para investigar, nos correspondería la conclusión de Weber sobre su propio
concepto de poder al que consideraba
“sociológicamente amorfo” por el grado universal de aplicación, lo que lo llevó
a construir otros conceptos más específicos como dominación (von Sprecher, 2010: 158). Tratándose de analizar
historietas, corpus de épocas o géneros, nos resulta fructífero trabajar
analizando los modelos de sociedad que se construyen positivándolos o
negativizándolos –por presencia o por omisión, reflexiva o irreflexivamente- en
los distintos corpus, poniendo en relación la historieta con sus condiciones de
producción (una perspectiva sociológica con algunas herramientas desarrolladas
por la semiótica). Tomando a Gramsci como referencia podemos pensar que su
concepto de Estado en sentido ampliado incluye estructuras ideológicas y los
intelectuales que construyen y difunden ideología, que resultaría la política
en sentido ampliado. Claro que al considerar los grados cualitativos de los
intelectuales y de la ideología, los productores culturales reales (guionistas,
dibujantes) funcionarían no como el grado más elevado de intelectuales sino
como educadores, difusores, divulgadores, de una visión del mundo más o menos explícitas
en sus historietas. De cualquier manera las modelizaciones están refractadas
por el campo empresarial o el campo del mercado:
“… los campos de producción cultural se organizan
según un principio de diferenciación que no es más que la distancia objetiva y
subjetiva de las empresas de producción cultural respecto al mercado y a la
demanda expresada o tácita, ya que las estrategias de los productores se
reparten entre dos límites que de hecho no se alcanzan nunca, la subordinación
total y cínica a la demanda y la dependencia absoluta respecto al mercado y sus
exigencias.” (Bourdieu, 1995: 214)
Así, ni
dominación total ni autonomía absoluta, y lo mismo podemos aplicar a las
relaciones que luego consideraremos entre el Estado-Gobierno y el campo de la
historieta.
Si tuviéramos
la intención de revisar las historietas que a través del tiempo han dejados
trazos gruesos y fácilmente detectables del modelo de sociedad que construían
en el papel podríamos incluir a Gasolina
Alley de Frank King, al cual se refiere Massota en La Historieta en el Mundo Moderno (1970:34), a los héroes y
superhéroes que se suman a las tropas aliadas, en la segunda guerra mundial, lo
cual fue minuciosamente descripto en The Steranko
History of Comics (Steranko, 1972), a El
Eternauta Primera Parte de Oesterheld y Solano López, a las historietas militantes de Oesterheld,
hasta algunas de las historietas que difunde Télam al momento de escribir este
artículo –principios de junio 2912-. Las
resignificaciones en la lectura de El
Eternauta Primera Parte también dejan en claro que habría que considerar
como varían las decodificaciones de lectores, incluyendo los críticos, en tanto
varían las condiciones históricas de la lectura. Un caso particularmente interesante es el de Historia de la Historieta Argentina,
escrita por entregas en los setenta en la revista Tit-Bits, por Carlos Trillo y Guillermo Saccomanno, recopilados en
libro en 1980 y reeditada, con unas pocas variaciones y una serie de apéndices
para actualizarla, en 2007 en Italia. En
la versión del ochenta Robin Wood, uno de los guionistas más importantes de la
historieta argentina, es casi totalmente ignorado, y en la versión italiana se
le dedican seis páginas (Robin Wood:
vivere per narrare, 274 y ss.), claro que ni Trillo ni Saccomanno realizan
la relectura, le delegan la tarea a Juan Sasturain.
Podemos
rastrear distintos antecedentes de estudios en los cuales el tema de la
ideología/política sobre la historieta está presente. Como aquel famoso análisis de Umberto Eco
sobre la primera plancha de Steve Canyon
de Milton Caniff, concluyendo que “[…] la página examinada nos ha mostrado
claramente que en el ámbito de once encuadres es posible desplegar una declaración ideológica relativa al
universo de valores.” (1973: 174/174, original 1968). Prácticamente en la misma
época Oscar Masotta estaba realizando los trabajos que iban a integrar su libro
La Historieta en el Mundo Moderno
(1970) en el que no sólo realiza un innovador aporte al estudio del lenguaje de
historieta, sino también indagaba con respecto al mismo las relaciones entre
historieta e ideología (Berone: 2011: 46) y la posibilidad de construir un
“lenguaje fuertemente comprometido” (Ídem: 35).
Más esquemático y simple, aunque por ello quizás más conocido, es el
texto que al poco tiempo, en esos años de “auge de la lucha de clases”,
escriben Armand Matterlard y Ariel Dorfman: Para
leer El Pato Donald. Estas obras
iniciales, y las prácticas que se conforman a su alrededor, incluyendo las de
Oscar Steimberg, son el objeto del estudio más profundo que se haya realizado
hasta la fecha en el campo de los estudios sobre historieta en Argentina: La fundación del Discurso sobre la
Historieta Argentina: de la “operación Masotta” a un campo de dispersión, de
Lucas Berone (2012). Con posterioridad
podemos considerar los trabajos de Juan Sasturain (1995), Historieta y Política en los ‘80 de Pablo de Santis, un texto de
divulgación casi ateórico, y otro texto clave como El Oficio de las Viñetas. La Industria de la Historieta Argentina,
de Laura Vázquez, que inevitablemente considera lo político y que afirma en una
de sus últimas páginas:
“En síntesis, la reconstrucción de las políticas
editoriales, de las historietas y de las trayectorias profesionales abordadas
permite abrir la discusión sobre la relación entre cultura de masas/política,
arte/mercado” (312)
El peso heterónomo del campo del periodismo.
“…actualmente, todos los campos de la producción
cultural están sometidos a la coerción estructural del periodismo (…) y esta
coerción tiene unos efectos sistemáticos absolutamente equivalentes en todos
los campos. El campo periodístico actúa sobre los demás campos.” (Bourdieu, 1997:
101 y ss)
Los diarios
publican cada tanto alguna noticia sobre historieta, pero puede que el único
caso de publicación regular sea la página mensual sobre “lanzamientos” del
matutino Página 12. Así la coerción estructural sería
invisibilizar a un tipo de producción cultural.
Ahora bien, cuando P. Bourdieu escribió este texto aún no tenía gran
importancia Internet y ni siquiera se podía imaginar el crecimiento de la
llamada web 2.0 y de los blogs.
Los blogs han sido el lugar
donde las nuevas publicaciones, las temáticas propias del campo, han logrado
alguna visibilidad. Claro que la
visibilidad está casi limitada a quiénes son ya parte del campo de la
historieta –ya sea como productores o como lectores- más allá de que se puedan
sumar algunos neófitos, dato difícil de establecer.
Lo que se
considera valioso públicamente en ediciones de historietas, que es ya de por sí
una política, es considerado por los diarios de tiradas más o menos
significativas, solamente si son publicados por editoriales de trayectoria como
De La Flor o Ramdon House Mondadori, por ejemplo. No entra en esta política, sino
excepcionalmente, la historieta publicada en las regiones más autónomas del
campo. De cualquier manera los blogs o sitios de Internet se convierten
en espacios claves de difusión de la aparición de obras, facilitando el
conocimiento por parte de los miembros del campo. Así por ejemplo resulta clave para poder
vender algunos ejemplares, para editores, incluyendo autoeditores, y
productores, que sus historietas sean comentadas en dos blogs (http://avcomics.wordpress.com
yhttp://365comicsxyear.blogspot.com.ar). Así de pequeña es la región autónoma.
Encontramos
otra variedad de acciones desde el periodismo, principalmente desde Clarín que ha difundido importantes
colecciones de libros de historietas, que más allá de múltiples defectos, han
acercado al público, especialmente a los jóvenes, historietas del pasado
incluyendo las del Oesterheld (el autor de El
Eternauta convertido, como veremos más adelante, en uno de los símbolos del
Gobierno nacional y de alguna de sus organizaciones).
Estado-Gobierno e historieta.
En Argentina
la relación de la historieta con el Estado hasta el nuevo milenio se había
limitado a las normatividades, la mayoría de ella comunes a toda la industria
editorial, regulatorias de la actividad privada. En cuanto Internet y los blogs se convierten en un espacio importante para la historieta
local, luego de la desaparición de la industria editora de historietas
argentinas, no hay ninguna regulación ni restricción específica para los
mismos, en todo caso se suma el Estado-Gobierno con el Proyecto Télam.
Apoyo y promoción de la producción de la historieta por
Estados-Gobierno.
Existen en el
país distintas formas de apoyo estatal, normadas, a producciones culturales,
como el cine, la literatura, la poesía, etc.; otros países tienen diversas
políticas públicas de apoyo, promoción, financiamiento, etc., a la producción y
difusión de historietas, tema sobre el cual se encuentra realizando una tesis Luciano Brom. En Argentina no se han
producido este tipo de acciones por parte del Estado. Recién podemos detectar
una intervención en el primer semestre de 2012: se inició en la Biblioteca
Nacional, C.A.B.A., un Programa Nacional de Investigación en
Historieta y Humor Gráfico argentinos, dirigido por Judith Gociol. Con
nueve líneas de trabajo (ver Valenzuela, 2012):
“La iniciativa
aspira a construir «una suerte de archivo para reunir todo lo posible sobre
historieta y humor gráfico nacional: desde folletos y catálogosde muestras
hasta originales, pasando por libros de autores nacionales editados aquí y
afuera, bibliografía de referencia, programas de radio, filmaciones, fanzines,
revistas, bocetos». Una de las aspiraciones de la propuesta es construir una
base de referencia y consulta que actualmente se encuentra dispersa en
distintos espacios públicos y privados.” (Ídem: 1)
De lograr concretarse el proyecto -nada
sencillo dados los costos y la dispersión del material que ha señalado más de
una vez Laura Vázquez, al tiempo que señalaba la necesidad de accesibilidad a
este material- se lograría una base de documentación importantísima para
quienes investigan sobre historieta y humor gráfico. Hasta ahora existían esfuerzos
individuales como el Archivo
Histórico Héctor Germán Oesterheld llevado adelante por los esfuerzos
encomiables de Mariano Chinelli.
Por
otro lado, el Estado ha ampliado el apoyo a las investigaciones sobre
historietas, que eran casi inexistentes anteriormente, dentro del marco de
relativa autonomía que brindan las Universidades Nacionales o el CONICET. En este marco existe el equipo de
investigación responsable del presente libro, que publica una colección que
hasta ahora cuenta con tres volúmenes editados merced a subsidios de la
Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Córdoba.
También en el primer semestre de 2012 se
registra una iniciativa privada que ya ha tenido ingreso en el Congreso de la
Nación, se trata de un proyecto de ley para implementar “mecanismos de
incentivo a la producción, publicación y distribución de historietas de origen
nacional en el mercado editorial argentino” por parte del historietista
cordobés Fernando Sosa.
Otra forma de
intervención del Estado es controlando, prohibiendo y/o censurando la
producción y difusión. En Argentina
existen algunos casos aún en gobiernos democráticos (como el decreto de
exhibición limitada, el secuestro del N° 6 en 1973 y la prohibición en 1974 de
la revista Satiricón). Desde que se instaura la dictadura de 1976 se
extiende la autocensura pero también se constata la miopía de aquella para
poder pensar que algunas historietas tenían una alta carga política (como El Eternauta Segunda Parte, Bárbara o Las Puertitas del Señor López).
Durante la dictadura de F. Franco, en España, se constató uno de los
casos de censura y autocensura más férreo, apunta Javier Coma en 1981:
“No puede decirse aún que el comic español ocupe un
lugar realmente trascendente en la Historia mundial del noveno arte. Una
valiosa floración de autores durante los años treinta vio cortadas sus
aspiraciones y sus alas a raíz de la guerra civil y de la inmediata represión
franquista, quedando definitivamente maniatada por Régimen que encerraba los
comics en las mazmorras de un mero destino infantil y de una censura siniestra.
[Más allá de algunos] logros innegables en una lucha creativamente subterránea
por expresarse a niveles de lectura adulta…” (1981: 11/12)
Canonización de El Eternauta y Oesterheld. Uso político partidario de El Eternauta.
La
canonización de obras y autores son el resultado de distintos procesos,
autónomos y/o heterónomos a los campos, como resultados de los cuales obras y
autores logran un reconocimiento, un nivel de legitimidad, que los eleva sobre
sus pares y los convierte en un modelo (Bourdieu: 1995: 113 y 355). La
canonización de Oesterheld comienza en vida con el espacio que le otorgan en La Historia de la Historieta Argentina
(1980) Trillo y Saccomanno, desde su publicación seriada antes de 1980, como
con la republicación de buena parte de sus obras por Ediciones Record. Pero particularmente se va construyendo desde
dentro del propio campo a partir de la vuelta de la democracia sumando a lo
producido por Oesterheld en el campo un fuerte plus de reconocimiento que
deviene de su actuación en el campo político y sobre todo en el hecho de ser un
desaparecido.
La
canonización oficial, el gesto heterónomo por parte del Estado- Gobierno
kirchnerista se produce desde el 2007. En el trigésimo aniversario de la
desaparición de Oesterheld –militante de Montoneros- y quincuagésimo
aniversario del comienzo de la publicación de El Eternauta Primera Parte, el
Gobierno nacional promueve desde entonces distintas acciones, como muestras,
homenajes al autor y a su creación, y la inclusión de esta historieta como
material de lectura recomendada en la currícula de la escuela secundaria.
Al respecto,
los usos y construcciones por parte del kirchnerismo sobre la imagen de El Eternautahan sido claramente
analizados por Laura Fernández y Sebastian Gago (2011). Remitimos a la
bibliografía señalada y transcribimos las conclusiones del artículo citado:
“Hemos señalado elementos
que nos permiten afirmar que se opera, en este caso, una apropiación de la
carga simbólica crítica de El Eternauta
que trasciende la política estatal para vincularse con un discurso político
partidario, especialmente de la rama juvenil del “kirchnerismo”: La Cámpora. Existe, entonces, una
finalidad diferente del uso de la imagen de El
Eternauta antes de la muerte de Néstor Kirchner y a posteriori, siendo en
éste último caso muy explícita la búsqueda de paralelismos con la idea de sacrificio
heroica entre el personaje, el escritor y el político, en una operación
claramente empática hacia la joven militancia. Operación en la que resultó
clave la hibridación de lenguajes y estéticas y, como ya señaláramos, la
mediación de las nuevas tecnologías y los nuevos
medios en la creación, circulación y recepción de mensajes
político-partidarios. Éstos, en ciertos casos, tuvieron una función
instrumental más allá de la simbólico-expresiva: las convocatorias vía Web a diversas
acciones y eventos políticos, sociales y culturales, por ejemplo, implica una
apuesta de construcción de tejido social.
Asimismo, la estrategia de generar un discurso mítico heroico sobre el líder,
ha abierto un nuevo espacio de posibilidades de recepción de la historieta, en
tanto que el “Eternéstor” se constituye “como otra manifestación de esas
relecturas contextualizadas en tiempo y lugar” (Chinelli, 2010).”
La revista Fierro.
Entre
septiembre de 1984 y diciembre de 1992, completando exactamente cien entregas, Ediciones De La Urraca –de Andrés Cascioli-
publicó la revista de historietas Fierro. Si bien no tuvo ventas como las competidoras
de Editorial Columba y Ediciones Record, se destacó por innovar
respecto de lo que se venía editando hasta entonces, incluyendo historietas
argentinas (como las de Sampayo y Muñoz) y extranjeras que no hubieran podido
ser difundidas durante la dictadura, más un espacio para creadores nuevos o que
no tenían cabida en las otras editoriales.
En noviembre de 2006 vuelve a aparecer, como suplemento mensual del
diario Página 12, una revista con el
mismo nombre, la única publicación antológica de historietas con continuidad
desde ese momento, y bajo la dirección del crítico, profesor, guionista,
periodista y conductor televisivo Juan Sasturain, que había dirigido la primera
Fierro durante casi la mitad de sus
entregas. Esta revista merecerá en algún
momento un estudio particular, pero en relación al tema de historieta y
política, sobre el que nos concentramos en éste libro, hay que destacar su conexión
con la línea que lleva adelante el diario Página
12 de apoyo al Estado-Gobierno kirchnerista, y una consecuente, relativa y
heterogénea peronización(para
desarrollar esto necesitaríamos otro capítulo). En todo caso, como pista firme,
transcribimos lo que aseveraba Lautaro Ortiz, su Jefe de Redacción, en un
artículo del diario Página 12, en febrero 2012:
“Desde hace tiempo el peronismo y su inagotable suceder histórico se coló
en las páginas de Fierro, como telón de fondo capaz de reflejar la imaginación
en estado de aventura. A El maquinista del General, de Fernando Calvi, y las
Veinte Verdades, de Max Aguirre (por mencionar algunas)…” (2012)
Fierro es una revista que publica material muy
heterogéneo y plural, con desniveles, y con problemas en las historietas que se
continúan –cuando no se publican número a número-. En una primera etapa, consideramos, se dio
una indecisión inicial muy fuerte entre lo
nuevo y lo viejo (en términos de
la teoría de P. Bourdieu). Con el tiempo fue incrementándose el espacio de lo nuevo, con un efectivo aumento de
historietas con un tinte peronista de muy distintos matices (como los que van
de las documentadas historietas de Santullo y Ginevra, que toman temas claves
del peronismo sin tono propagandístico, pasando por la lacónica El Maquinista del General de Calvi, a la
perspectiva autocrítica de Max Aguirre en Las
Veinte Verdades, por citar tres casos…).
Por otro
lado reemplaza “historietas para
sobrevivientes”, el subtítulo de la primera Fierro (Ediciones De La
Urraca), que era plausible apenas recuperada la democracia, por el de “La historieta argentina”, subtítulo que
va a tomar como denominación el Proyecto Télam que consideramos en el próximo
apartado y que diera lugar a algunas discusiones en blogs y redes sociales.
Cuando
el periodista Andrés Valenzuela le pregunta a Lautaro Ortíz “- ¿Qué
papel juega la publicidad oficial en la revista? A veces se dice que sólo se
sostiene por ella.” Ortíz responde “- ¿Y cuál es el problema si
fuera así? Hoy Fierro vende 10 mil
ejemplares. Luego de cinco años, no es moco de pavo para ninguna revista. ¿Cuál
es el problema de una publicidad oficial en nuestra revista? ¿Acaso no la
tienen otras revistas? ¿Otros diarios? ¿Acaso Perfil no tiene? ¿Clarín no tiene? ¿Muy no tiene, y tantas
otras revistas y radios? Decir que sólo se mantiene por la publicidad oficial
es una estupidez que no merece comentario. El fenómeno de Fierro va más allá de
estas pequeñeces, acaso la Fierro
Brasil
¿la hizo un kirchnerista? Prefiero, por convicción ideológica, una publicidad
del Estado Nacional, por la simple razón de que este gobierno apuesta a la
historieta, algo que todos se darán cuenta cuando se anuncie un proyecto que ya
está en marcha. Por favor, dejemos de analizar las cosas con tanta simpleza.” Respecto
del subtítulo:
“- ¿No es presuntuoso autodeclararse
“la historieta argentina”?- Sí, es presuntuoso. Claro que hay
mucha otra historieta. Pero creo que después de cinco años de laburo tenemos
derecho a decirlo. Mirá, publicamos a tal autor que hoy esta laburando allá, o
que saca este libro. Claro que sí, pero aplaudimos al autor y nos llena de
felicidad. Creo que la experiencia de Fierro tiene que hacer
decir a los editores “no se nos puede escapar la tortuga” y poner más
revistas. Siempre encuentran un “pero” a la Fierro, cuando hay revistas que las aplauden y
son espantosas. Al mundillo de la historieta a veces le cuesta el aplauso para
con Fierro y aquellos laburos
que realmente son buenos. La revista tiene y tuvo sus errores y sus aciertos,
como cualquier revista, ¡pero qué cuesta aplaudir el laburo de los autores y
sus aciertos!” (http://networkedblogs.com/uhy0D)
No
hemos podido confirmar que Fierro venda diez mil ejemplares mensuales a su
quinto año. Las ventas iniciales fueron
importantes, pero después parecen haberse reducido. Nuestra hipótesis es que la
cifra no es verosímil.
El
proyecto Télam.
Creemos
necesario dedicar algunos párrafos -como tendencia hipotéticos[3], y
pedimos con escasas esperanzas que en esos términos se lean- a este Proyecto,
entre otras cuestiones porque es reciente, está en marcha. Consideraciones
entonces escuetas y provisorias.
El
Proyecto Télam consiste en la publicación de un grupo de historietas de autores
argentinos, en una primera etapa un grupo de tiras diarias y otro de planchas
semanales. Es dirigido por el Jefe de Redacción de Fierro, Lautaro Ortiz, y a pesar de que se trata de un
emprendimiento que no es iniciado por Télam sino por un grupo de guionistas y
dibujantes, (primer razón) implica varios solapamientos entre los campos del
Estado-Gobierno, del periodismo –se trata de una agencia de noticias –estatal-
y de la historieta. Y (segunda razón) por las discusiones que alrededor del mismo se
suscitaron al poco tiempo de comenzado el Proyecto y que finalmente remiten a
los posicionamientos de los productores de historietas respecto de la autonomía
o dependencia del campo, en este caso particularmente en referencia al
Estado-Gobierno.
El anuncio
oficial: la propia Agencia Télam informaba, el cuatro de diciembre de 2011, que
su Director[4]
–Martín García- había anunciado en un acto de presentación, con la concurrencia
de agentes del campo de la historieta y del Gobierno (ver link) que a partir del sábado 17 del mismo mes se publicaría en la edición de su diario
Reporte Nacional, un suplemento semanal llamando “Historietas Nacionales”(HN),
que podía ser consultado en el sitio web de la agencia (www.telam.com.ar), lo cual
puede seguir haciéndose a la fecha y leer desde las primeras hasta las últimas
entregas.
El cable de la agencia agregaba:
“«Historietas Nacionales» [el subtítulo
de Fierro, lo cual hace inevitable –entre otras cuestiones- conectarlas] dirigida
por Lautaro Ortiz [Jefe de Redacción de la revista Fierro, como ya señaláramos],
tiene como objetivo recuperar para los lectores el relato de aventuras con una
mirada social en consonancia con el proyecto de país en la Patria Grande
impulsado por el gobierno de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner.
Así los lectores encontrarán diversos personajes como «Ricardito Minipyme», una historia costumbrista sobre la creación y fortalecimiento de una microempresa nacional; «Juan Sur», un agente secreto de la Unasur que tendrá la difícil tarea de develar las intrigas de las corporaciones internacionales; el relato histórico de las batallas del caudillo Felipe Varela; y hasta un policial como «Leopoldo».
«Leopoldo» está escrito y dibujado por dos «grandes» del género, Guillermo Saccomanno y Domingo Mandrafina a los que se incorpora El Tomi con su «Polenta con Pajaritos»; Ignacio Minaverry con «Noelia en el país de los cosos»; Dante Ginevra y Laura Vázquez con «Carter de la Cia» (adaptación de la novela de José Pablo Feinmann «Carter en Vietnam») y Juan Sasturain junto al dibujante J. C. Quattordio con «Zenitram».
A la edición semanal de HN se le sumará diariamente la publicación de tiras de historietas tales como la nombrada «Felipe Varela viene» del enorme Ángel Fernández y Mariano Buscaglia; «Ricardito minypyme» del maestro Enrique Alcatena y Luciano Saracino; «Chumbo, el hombre elefante» de Esteban Podetti y Diego Parés; «Los Patriopibes» nuevamente de El Tomi y «Juan Sur, agente de la Patria Grande» de Roberto Lorenzo y Cristian Mallea.
La nueva sección de la agencia cuenta con la pluma de dos especialistas, Gustavo Ferrari y Felipe Avila, coordinados por el guionista Jorge Morhain quien expresó “La Historieta Nacional merece una puesta en valor, un mapa, una reflexión, ya que fue y acaso vuelva a ser la mejor del mundo”.[5]
Así los lectores encontrarán diversos personajes como «Ricardito Minipyme», una historia costumbrista sobre la creación y fortalecimiento de una microempresa nacional; «Juan Sur», un agente secreto de la Unasur que tendrá la difícil tarea de develar las intrigas de las corporaciones internacionales; el relato histórico de las batallas del caudillo Felipe Varela; y hasta un policial como «Leopoldo».
«Leopoldo» está escrito y dibujado por dos «grandes» del género, Guillermo Saccomanno y Domingo Mandrafina a los que se incorpora El Tomi con su «Polenta con Pajaritos»; Ignacio Minaverry con «Noelia en el país de los cosos»; Dante Ginevra y Laura Vázquez con «Carter de la Cia» (adaptación de la novela de José Pablo Feinmann «Carter en Vietnam») y Juan Sasturain junto al dibujante J. C. Quattordio con «Zenitram».
A la edición semanal de HN se le sumará diariamente la publicación de tiras de historietas tales como la nombrada «Felipe Varela viene» del enorme Ángel Fernández y Mariano Buscaglia; «Ricardito minypyme» del maestro Enrique Alcatena y Luciano Saracino; «Chumbo, el hombre elefante» de Esteban Podetti y Diego Parés; «Los Patriopibes» nuevamente de El Tomi y «Juan Sur, agente de la Patria Grande» de Roberto Lorenzo y Cristian Mallea.
La nueva sección de la agencia cuenta con la pluma de dos especialistas, Gustavo Ferrari y Felipe Avila, coordinados por el guionista Jorge Morhain quien expresó “La Historieta Nacional merece una puesta en valor, un mapa, una reflexión, ya que fue y acaso vuelva a ser la mejor del mundo”.[5]
Hemos transcripto el extenso
texto dado que es la versión oficial de la agencia gubernamental, el discurso
del Estado-Gobierno (que nos ahorra además nombrar las historietas y autores), y
porque resulta interesante plantear las diferencias del anuncio con lo que se
puede inferir revisando las historietas que lleva publicadas Télam.
Martín García afirmaba que el
proyecto tenía como objetivo “recuperar para los lectores el relato de
aventuras con una mirada social en consonancia con el proyecto de país en la
Patria Grande impulsado por el gobierno de Néstor Kirchner y Cristina Fernández
de Kirchner”. Pero el conjunto de historietas que se publican es muy
heterogéneo y diverso como para considerar que se ajusta a lo propuesto. Algunas de las historietas pueden encuadrarse
en la etérea categoría de “relato de aventuras”: Federico Varela, Ricardito
Minipyme (RM)… que de cualquier manera no se parecen a historietas que se
publicaran antes, pero tienen el tono de algunas de aquellas.
En RM la historia inicial varía, sobre todo
luego de la discusión a la que haremos referencia más adelante, y se convierte
en una especie de comedia de aventuras –también romántica- con robots… que
ocurriría en un universo paralelo, el de las historietas, el mismo donde cayó
la nevada de El Eternauta.
Felipe Varela (FV), que pudimos constatar se
publicó en El Independiente, diario
de La Rioja capital, es una aventura histórica que podría verosímilmente
inspirarse en el revisionismo histórico de José María Rosa (la guerra del
Paraguay y la resistencia a la misma y las levas forzadas intentada por F.
Varela) o en alguna versión en la misma dirección, se sitúa inicialmente en la
guerra de la Triple Alianza desde la perspectiva de los criollos sometidos a combatir
por la fuerza y que, en la historieta, posteriormente se unen a Varela. Con el
agregado de una historia romántica –lo menos verosímil del, por lo demás,
ajustado guión- es en todo caso la aventura de la desventura del caudillo.
En las dos obras el dibujo puede
considerarse homólogo al de las historietas de décadas atrás, aunque
Zilagy/Alcatena no logran el nivel habitual del último, mientras Lito Fernández
en FV hace uno de los mejores trabajos de su carrera (al menos en relación a
los publicados en Argentina). Felipe
Varela pareciera ser la historieta que más podría ser apreciada por mayores
de cuarenta años. Las dos historietas
son parcialmente anacrónicas, lo cual pareciera ser el efecto buscado, sus
guiones están coherentemente construidos, como el efecto de continuidad de la
tira.
El anuncio oficial afirmaba que Ricardito Minipyme se trataba de “una
historia costumbrista sobre la creación y fortalecimiento de una microempresa
nacional” lo cual no se verifica en esos términos. En todo caso un mérito de
los creadores ha sido que lo costumbrista sean unos robotech argentinizados en tono humorístico y que el
fortalecimiento de la empresa pueda ser pensando como posible resultado de una
batalla entre robots que deja parte de la ciudad destruida.
Difícilmente ninguna de las
historietas de Télam sean seguidas regularmente por el público menor de treinta
o cuarenta años (tenemos indicios, pero no datos fehacientes), pero puede
(considérese que hablamos en términos hipotéticos) que ese público no
interese. Pero tampoco hay indicios de que
sean seguidas regularmente por público mayor a esas edades, a los cuales les
puede resultar engorrosa la forma de acceso para leer las historietas, acceso
que tendencialmente es por vía internet, requiriendo una capacidad de manejar
herramientas de navegación que sólo se da en la porción de lectores mayores con
cierto nivel de capital conocimiento (particularmente competencia en navegación).
Siguiendo con las tiras diarias:
de Los Patriopibes no puede afirmarse
que sea una historieta de aventuras, en todo caso pareciera una historieta,
supuestamente una historieta de humor con niños, con algunas viñetas reunidas
secuencialmente (lo que ahora suele llamarse “saga”) con una clara obsesión de
parte de El Tomi (guionista y dibujante) por el uso de las patinetas y
celulares, introduciendo algunos personajes como arquetipos (Gardel, Borges),
pero finalmente repetitiva y tediosa como consecuencia.
Juan Sur, con guión de Ricardo Lorenzo y dibujos de Christian
Mallea, puede ser la historieta que podría haber pretendido ser una aventura “con una mirada social en
consonancia con el proyecto de país en la Patria Grande impulsado por el
gobierno de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner” (si, por otra
parte, tuviéramos en claro cuál es ese proyecto, dado que algunos slogans y
medidas no alcanzan a conformar un Proyecto -quizás el mismo problema del
Proyecto Télam)[6]. Un personaje que ha pasado por una
organización guerrillera, por la tortura, escapado milagrosamente, que ha
vivido en Cuba, va enfrentándose a un Santa Claus o Papá Noel, representante y
vicario del imperialismo y de las transnacionales, con extraños poderes de
omnipresencia. Tampoco pareciera ser una
historieta con capacidad de atraer a los mayores.
La cuarta tira diaria, de la
primera etapa (ver más adelante sobre la cuestión de las “etapas”), Chumbo, con guión de Podetti y dibujo de
Parés, retoma algunos aspectos de la historieta clásica sobre todo gráficamente:
el recurso a las tramas y al color plano.
Por lo demás los ejemplos de historietas clásicas que podrían emparentarse
con esta obra se encuentran en las más bizarras e innovadoras, más
contemporáneas que clásicas, como Langostino.
En todo caso está reinventando a la tira diaria, a lo clásico en tiras
de humor, más allá de que ello sea consciente por parte de guionista y o más
allá de que lo quieran reconocer, ya que ninguno de ellos es un desconocedor de
la diversidad y características de las historietas de las últimas décadas y
difícilmente sean inocentes respecto de que están haciendo la historieta más
innovadora del Proyecto Télam. Encontrar
resonancias de un proyecto de “patria grande” en Chumbo sería un ejercicio de forzamiento.
Pasando a las historietas que se
publican, en colores, los sábados en el periódico de Télam, nos encontramos, no
siempre, con relatos mucho más cercanos a la historieta contemporánea que a lo
que se conoce como “historieta de aventuras” (consideramos como las últimas de
tales historietas, a los efectos de la categorización como tipo histórico, a
las que publicaba Editorial Columba y
Ediciones Record, reivindicadas, como
señalamos, por Morhain en “El Club de la Historieta” de Télam). El suplemento
sabatino de historietas es en colores con excepción de Leopoldo –blanco y negro, al parecer directamente a lápiz o lápiz
digital-.
En la portada del Suplemento
aparece aquella historieta de adolescentes desarrollados, guionada y dibujada
por El Tomi, que empezara a aparecer en la primera Fierro: Polenta con Pajaritos.
A menudo con personajes ocupando la página entera. Es una versión desexualizada
de lo que se publicara en las dos Fierro.
Una especie de intento de mezclar supuesta poesía de niños de
mitificados sectores populares, como piropos en lugar de los abundantes órganos
sexuales y penetraciones que aparecieran en las Fierro. Si el objetivo del
Proyecto ha sido recuperar viejos lectores no creemos que Polenta con Pajaritos contribuya, tampoco consideramos que sirva
para atraer lectores más jóvenes. Las
producciones de El Tomi parecen haber quedado ancladas al momento de su primera
publicación, cuando resultaban novedosas sin que a posteriori volvieran a serlo,
siendo la tira diaria reiterativa y monótona.
Ignacio Minaverry, de los
denominados autores integrales -en tanto se encarga de guiones y dibujos-ha
sido uno de loscreadores jóvenes más destacadas y originales de Fierro segunda época con la historieta Dora, cuya primera parte luego fuera
editada por Editorial Común. Aquí
publica una plancha a página entera con el nombre Noelia en el país de los cosos. No es una historieta del tipo de
aventuras que puede recuperar viejos lectores y tampoco lograr acercarse al
nivel de Dora en cuanto parece mucho
más preocupado por el diseño y el uso del color (las planchas resultan
relativamente atrayentes visualmente) sin lograr articular, al menos en el plan
de lectura corta (lo cual significa que con la continuidad puede convertirse en
una historieta que se torne significativa en lo que llamaríamos un plan de
lectura larga). Es claro que puede
pensarse como una versión más femenina de Alicia
en el país de las maravillas pero lejos de la originalidad de aquella.
La tercera página del suplemento
sabatino aparece repartida entre dos historietas. Por un lado Leopoldo, de Guillermo Saccomanno y Leopoldo Durañona, con su
acostumbrado dibujo virtuoso, que construye un inteligente juego involucrando
la trama con la historia y con otras historietas (algunas consagradas como Mort Cinder), lo cual hace que requiera
un lector reflexivo y al tanto de la historia de la historieta argentina.
Homólogamente, Carter de la CIA, guionada por Laura
Vázquez y dibujada por Dante Ginevra, requiere un lector conocedor de Apocalipse Now de Francis Ford
Coppola. Tanto guionista como dibujante
son de la generación reciente de historietistas argentinos y realizan una historia
hasta el momento interesante, buen nivel de guión y gráfico (Ginevra es uno de
los más destacados y afianzados dibujantes de la generación del nuevo milenio) y,
quizás, temáticamente, cercana al discurso oficial del lanzamiento (en cuanto a
la crítica al imperialismo norteamericano).
La última plancha es ocupada por Zenitram, guionada por Juan Sasturain y
dibujada por J. C. Quatordio.
Previamente existió una película con el mismo nombre protagonizada por
un “superhéroe argentino”, cuestión que casi inmediatamente suena ridícula en
cuanto los superhéroes se han construido como propiedad de las superpotencias
(más allá de que hayan existido un Supercholo
o experiencia similares de países del tercer mundo). Sasturain ya realizó la experiencia de crear
una pretenciosa historieta cruzada de referencias cultas, políticas y
literarias con Perramus, mejor
recibida en Europa que en Argentina donde ni siquiera fue publicada en forma
completa. El guionista no puede ser
considerado ningún inocente y es un importante estudioso de la historieta, por
lo tanto no parece válida la hipótesis de que pretendiera reapropiarse del
género de superhéroes para el Tercer Mundo (o como prefieran denominar a los
países dependientes de los centrales). ¿Cuál es la búsqueda que realiza
Sasturain con Zenitram? Podría
hipotetizarse, en todo caso, que ridiculizar el género de superhéroes, aunque
por el momento parece más verosímil que esté logrando una historieta ridícula.
Cuando realizamos el seguimiento de las tiras
diarias era evidente que estaban concluyendo –algunas como episodios, otras
como Chumbo o los Patriopibes podían ser de duración
indefinida-, y obtuvimos información que indicaba que
los guionistas y dibujantes de las mismas se sumarían al Suplemento de
historietas de los sábados del diario Reporte
Télam. Concretado
ese cambio reuniendo las historietas en un bloque de los sábados, no alcanzamos
a detallar los cambios, se cerraría una experiencia de unos seis meses, la
continuidad de la cual pudo ser puesta en duda en algún momento dado que, por
ejemplo, en una de las tiras (Chumbo)
se hizo alusión -además la información circuló en las redes sociales- a que no
se pagaba a los creadores. La hipótesis lógica, de anunciarse una segunda
etapa, es que la deuda o parte de ella se ha saldado y que se han realizado nuevos contratos o convenios
que extienden la experiencia, sin que tengamos noticias de los plazos ni de los
montos.
La continuidad del Proyecto
supondría, si existe una lógica de difusión, de ampliación de lectores, que las
historietas, diarias y semanales, habrían sido publicadas en un número
considerable de publicaciones, diarias o periódicos. A pesar de las extensas búsquedas y numerosas
consultas sólo pudimos comprobar, fehacientemente, que en los primeros seis
meses se público como tira diaria Felipe
Varela en el diario El Independiente
de La Rioja, y links al reporte de
Télam. Entrando al mismo y localizando la línea de historietas se podía acceder
a las mismas, lo cual seguramente no resultara fácil para muchos lectores, en
especial para los lectores de historietas que tenían en alta valoración la
“historieta de aventuras”. Pudimos
comprobar que publicaron estos links El
Andino de Bariloche, Esquiú de
Catamarca y El Independiente de La
Rioja. Antes del lanzamiento y anunciando el mismo, Andrés Valenzuela afirmaba:
“El servicio se distribuirá entre
todos los medios abonados al servicio informativo de Télam. Estos medios podrán
luego publicarlo o no en sus respectivas páginas, según su preferencia, como es
habitual con todo el abanico de material que ofrece la agencia.” (http://avcomics.wordpress.com/2011/11/29/10347/)
Nuestra hipótesis es que la mayoría de los lectores
son aquellos que participan en redes sociales, vía internet, conectando
directamente a las páginas de Télam, y que esos lectores abandonaron pronto el
seguimiento de la mayor parte de las series. Chumbo vía Facebook, eventualmente Ricardito Minipyme, por la misma vía, pueden haber sido una
excepción. Si la hipótesis es correcta no habría existido recuperación de
aquellos que leyeron historietas en la época de la industria, sino que los que
habrían leído parte de las tiras y planchas serían los mismos que forman el
pequeño campo de lectores de la historieta argentina actual que no leen
exclusivamente manga o superhéroes, y que revisan habitualmente blogs y realizan algunas compras de las
nuevas ediciones. Claro que éstas no son más que hipótesis a partir de datos
parciales que para tener validez deberán ser comprobadas en otros estudios.
En más de un discurso e intercambio de carácter no público
se planteó que merced al Proyecto Télam todos los lectores del país tenían a su
disposición “historietas nacionales”. Más allá de cómo definir historietas
nacionales (¿son directamente las realizadas por argentinos? ¿son las que
cumplen con alguna condición de argentinidad?),
según nuestra hipótesis esa disponibilidad es fácticamente improbable en
altísimo grado. La hipótesis complementaria es que quienes participan como
guionistas y dibujantes en el Proyecto Télam están interesados, en primer
lugar, en lograr que su producción sea rentada y sólo complementariamente en
que la misma tenga efectiva difusión.
Otra hipótesis complementaria es que algunas de las historietas del
Proyecto Télam, que se distinguen por un tratamiento más cercano a la “nueva
historieta argentina” (denominación tan lábil, pero útil, como “nuevo cine
argentino” o “historieta realista”)- como en el caso de Leopoldo, Carter de la CIA,
Chumbo, las planchas de Minaverry-más
por su prestigio que por la historieta misma serán publicadas en libros luego
de completarse y, puede que también en el mercado externo. De ocurrir esto, más allá de las opiniones y
considerando la falta de verificación de espacios en papel donde efectivamente
se publicarían las historietas citadas, nos encontraríamos con autores que
hacen obra en digital y luego publican en papel. Claro, lo particular de éste caso es que los
autores tienen un contrato y cobran por su trabajo. No serían un Gustave Flaubert sino un Jules Champfleury.
Discusiones
en Internet sobre el Proyecto Télam. Grados de autonomía y de su carencia.
No hemos titulado este apartado
como discusiones “sobre” el proyecto Télam porque las que consideramos derivan
centralmente de un artículo que hacía referencia a dicho proyecto -como uno de
sus aspectos-, discusiones donde incluso apenas participaron un par de
productores de historietas de Télam. Si bien hemos tenidos acceso a otras
discusiones, verbales y en redes sociales, no usaremos material de ese origen[7], y
utilizaremos como referente, corpus si se quiere, un artículo de acceso
público, publicado en el blog Cuadritos,
periodismo de historietas, a cargo de Andrés Valenzuela, para pensar qué se
juega en el campo en esas discusiones. El interés parte de que giran sobre un
Proyecto incluido en una agencia del Estado-Gobierno con unos objetivos explícitos,
o mejor explicitados -intención de apoyar a la política de la versión del
peronismo gobernante al momento de escribir este texto: el kirchnerismo-,
aunque muy parcialmente y vagamente concretados como vimos al revisar las
historietas publicadas.
El artículo y comentarios a que
haremos referencia son importantes en cuanto la historieta argentina
históricamente ha sido un campo dominado por el económico y luego desarrolla
–desde fines 2005 particularmente- una extensa región de autonomía, para lo
cual fueron importantes los blogs.
Aparece luego Fierro como un proyecto
en teoría independiente pero solapado por el campo del Estado-Gobierno en
cuanto suplemento de un diario oficialista – Página 12- y por la publicidad estatal con que cuenta y no cuentan
otros proyectos de la menguada edición local (quedaría por discutir qué
significó para Doeyo, editor de la versión autorizada de El Eternauta, la canonización oficial de esa historieta y la
recomendación de lectura en el nivel Secundario de Educación).
Trabajaremos centralmente a partir del artículo “Experimentos con humanos”, firmado por Federico Reggiani[8], y publicado por Cuadritos, periodismo de historietas, el 12 de febrero de 1912, y los comentarios (que al 28 de marzo habían llegado a cuarenta, poco usual en los blogs en la actualidad) que siguieron a dicha nota. Si bien en el texto y en los post se plantea una interesante discusión sobre lo experimental en las historietas, nos concentramos en los comentarios sobre el siguiente texto de F.R., que mostró que los lectores no saltean los paréntesis, aunque el comentario pareciera un llamado a no saltear ese paréntesis:
“(Abro paréntesis, porque el paréntesis es el lugar
en que el lector saltea: no tengo muchas ganas de pelear. Los lenguajes
evolucionan, al menos al ritmo inevitable de la moda. Lo que un lector entendía
por “experimental” ayer, hoy puede ser la norma, o incluso el más rancio
tradicionalismo. Por eso resulta un poco desalentador ver ciertos intentos por
recuperar esa relación mítica de la historieta con sus lectores que parecen
suponer que para esos lectores lo “actual” es una Skorpio de 1975: como
si no hubieran pasado MTV o DragonBall por nuestros ojos, o la
historieta mundial hubiera hibernado durante treinta años. Valgan como
ejemplos, por recientes, las sorprendentemente añejas tiras del por lo demás
interesante experimento editorial de la agencia Telam: como si lo
popular no tuviera historia. Cierro paréntesis, vuelvo a mi tema).”(http://avcomics.wordpress.com/2012/02/12/11045/)
Primer
discusión que nos interesa: la lectura por algún creador de Télam de una
opinión sobre un “proyecto editorial” como un ataque a su propia creación,
aunque claro la referencia era a “añejas tiras”. Uno de los guionistas del
Proyecto, que siente la adjetivación de añeja como una crítica a su propia
historieta (porque como reconoce luego efectivamente tiene algún rasgo de ese
tipo), realiza el segundo comentario y en su afirmación va más allá de los
objetivos declarados públicamente por el Director de Télam, lo cual podría
significar que hubiera otros objetivos no hechos públicos, verosímiles, en el
Proyecto:
“Quizás
sea hora de abrir un poco la cabeza y entender que el público al que le llegó
MTV y DragonBall no es mayor si se lo compara con el otro, el que quiere leer
historietas “de las de antes” (entiéndase esto no como un estancamiento en
fórmulas viejas sino como una continuidad de aquellas estructuras dramáticas,
pero aggiornadas a los tiempos).”
Del
anterior comentario resalta que plantea la publicación de historietas para un
público que no pertenece al actual (otra categoría bastante indeterminada) y
que quiere leer «historietas “de la de antes”».
Por un lado, así como nadie andaba haciendo reclamos masivos por la
existencia de PCs, tampoco parece que hubiera ex lectores reclamando por volver
a leer “viejas historietas” (más allá de la nostalgia que puedan expresar por
los tiempos idos). Por otra parte, al plantearse como aggiornadas parece poco probable que les interesen. Ya hemos hecho
referencia a lo altamente improbable de que un número importante de lectores de
Editorial Columba y Ediciones Record sigan las historietas del Proyecto Télam. El
punto clave es que esos fueron lectores pero ya no lo son, ni es viable que
vuelvan a serlo, más cuando no resulta fácil ubicar ni leer las historietas
producidas. Es una referencia a un público que ya no existe porque sus consumos
mediáticos han migrado definitivamente. Otro aspecto importante es que, luego,
el mismo comentarista reclama que no es un sitio público, como un blog, el lugar adecuado para hacer
críticas, a colegas y sus historietas. Más allá de que en el artículo no se
criticaba ninguna historieta en particular sino las del Proyecto, la
aseveración anterior va claramente en contra del grado de reflexividad del
campo de la historieta, indicador del crecimiento de una región de autonomía,
visible especialmente en los intercambios en los blogs y páginas web, en
los contenidos de los mismos, y sólo discusiones parcialmente privadas en las
redes sociales (en cuanto las opiniones pueden y suelen ser compartidas y
extenderse más allá de los destinatarios originales).
Otro
comentarista plantea, inteligentemente, la necesidad de diferenciar entre
historietas de “autor” y “por encargo” (que sería el caso de Télam, aunque más
bien podría tratarse de un “encargo buscado”, que supone todo un trabajo,
proyecto y elaboración previa para promover un proyecto y lograr un
encargo). La distinción citada es clave
por que la historieta “de autor” tiende a ser aquella que se realiza
inicialmente por la obra misma, sin necesidad de pensar en su edición, como
podría hacer un escritor (aclarando que no es lo que hacen todos los
escritores, como no sería lo que harían todos los historietistas si hubiera un
número significativo de empresas locales que
pagaran “encargos”) y que supone no someterse (lo cual no es tampoco
necesario –en cuanto hay autores que hacen obra pensando donde pueden luego
venderla-) a las normas de la región del campo de la historieta dominada por el
campo empresarial capitalista o por el Estado-Gobierno. Es el tipo de obra que apareció en Argentina
cuando quebró la industria editorial, primero, y la historieta independiente en
papel, luego por la crisis del 2001-2, base de la autonomización de una amplia
región. En contraposición, en la
industria cultural, está la obra dominada por las normas de la industria, por
la búsqueda de la venta o la ganancia económica (variante objetivamente
predominante en el tipo de sociedad en que vivimos).
La
obra dominada por las normas de la industria, que no eliminó la historieta de
autor, ha sido tan fuerte que ha podido ser defendida por productores
calificables como autores, como Hugo Pratt, en relación a la necesidad de que
las revistas se vendan. En el fondo
puede que la diferencia sea entre quien produce historietas sin que sea un
condicionante al momento de producir el lograr público –lo cual no quiere decir
que no piense en lectores-, del que la hace buscando público que le asegurará
un salario o una ganancia. De alguna manera quienes produjeron para Télam
buscan el salario, una opción que reduce las posibilidades de autonomía,
mientras otros pueden defender “la historieta por la historieta” -probablemente
esté exagerando- como en el siglo XIX Flaubert defendía “el arte por el arte”
(como forma de lograr autonomía del mercado y del Estado). Claro que como
sucedía con el propio Flaubert, para hacer este tipo de historieta hay que
tener rentas, o al menos alguna entrada que no haga depender la subsistencia de
la historieta. El salario, el ingreso
regular, para quien no tiene otra entrada, en las condiciones del consumismo
omnipresente del neoliberalismo, se convierte en algo que puede ser vivido
trágicamente, dolorosamente, y de hecho en la historia reciente de la
historieta argentina hay casos abundantes de que ello ocurre. Cada vez es más difícil la autonomía, el
mercado tiende a colarse por todos los espacios, campos y regiones, y en ese
marco la existencia de historieta de “autor”, independiente, autónoma, es
altamente valorable.
Revisemos algunas de las conceptualizaciones teóricas que han estado
sustentando los planteos anteriores: parece pertinente considerar
ahora el concepto de regiones de los
campos. Proponemos dividir los
campos de la geografía social en regiones que se diferencian por su grado variable
de autonomía-dominación (por otros campos) o autonomía de los mismos, aunque
nunca existe una heteronomía absoluta ni una autonomía absoluta. Las regiones con mayor autonomía tienden a
desarrollar unos modos de producción en los cuales preponderan, aun como
necesidad convertida en virtud, el hacer obra.
Estos modos de producción se multiplican y complejizan con la
informatización e Internet. Las regiones
con mayor dependencia del mercado, del campo empresarial capitalista, tienden a
desarrollar modos de producción más estereotipados y tradicionales. De cualquier manera en las teóricamente numerosas
y variables regiones, con los posibles traslados y viajes de los agentes entre
las mismas, cada modo de producción supone normas y condiciones de posibilidad,
y relaciones de producción distintas y que se modifican en mayor o menor grado
con el transcurso del tiempo. Siendo en
las regiones dominadas donde las modificaciones son más lentas.
La
competencia por la legitimidad, obviamente, varía fuertemente en criterios,
mecanismos y agentes de consagración, en los procesos de construcción de lo nuevo y lo viejo, según las regiones de los campos que, obviamente, no son
homogéneas. Asimismo varían la génesis
de los habitus de los agentes y sus
trayectorias. Puede ser frecuente que quienes se posicionen inicialmente en
regiones autónomas terminen emigrando a regiones dominadas, movilidad
tendencialmente sustentada por el capital conformado en las más autónomas (el
interés que con el tiempo puede brindar el desinterés inicial), con la
implicancia de poder seguir sosteniendo las formas de producción y los
criterios de producción conformados previamente. En términos de Williams, una producción
alternativa se convierte en innovación (Williams, 1980, 1982). (vonSprecher,
2010: 14/16)
La illusio, y cómo
se juega el juego en un mismo campo, pueden ser diversos y relacionarse a
distintos capitales. Existen productores culturales reales interesados en
producir obra –por el interés en la obra misma- lo cual supone un deseo que lo
convierte en necesidad-, homólogo, en su funcionamiento y posibles
consecuencias, al arte puro, y sigue perteneciendo al campo más allá del interés
económico[9].
Guionistas y dibujantes pueden, y lo hacen algunos, no publicar sus obras, ponerlas –gratuitamente- a disposición de
posibles lectores en un sitio o en blog
de internet, en una red social como Facebook, en forma de e-book que puede descargarse por internet[10],
con o sin conciencia reflexiva de que la inversión desinteresada puede brindar
intereses en el futuro (o no). Los intereses que los mueven pueden ser
múltiples, incluso para los editores.
Muy distinta es la illusio
de aquel productor cultural real para quien, desde el comienzo, o en algún
momento de su trayectoria, la libido puesta en juego busca la profesionalización,
por lo tanto trabajo rentado. Ese productor cultural real, reflexivamente o no,
está objetivamente aceptando, convalidando y por tanto reforzando, la
dominación del campo económico sobre el campo de la historieta. Se podría decir
que se condenan al artesanado, a condenar el arte y a la defensa del
mercado. Podemos verlo, por ejemplo, en
declaraciones de Hugo Pratt, quien, sin embargo, fuera un innovador de la
historieta como dibujante en la historieta argentina de los cincuenta, pero
especialmente –como guionista y dibujante al mismo tiempo- a partir del
comienzo de la publicación de Corto
Maltés en Europa desde 1967:
« [A la historieta contemporánea]
La encuentro arrogante, pretenciosa y desordenada. Los dibujantes se olvidan de
que son artesanos y pretenden ostentar sus virtudes gráficas: se sienten Rafael
y los guionistas Dante. Después las revistas se hunden y desaparecen porque no
agradan al público. El guión tiene que contar algo en forma comprensible, y los
dibujos deben ser sencillos, simples, eficaces para que el diálogo y la
narración funcionen. Si no se obtienen cuadros como los de Harold Foster, ante
los cuales el lector se detenía a contemplar soberbios frescos acerca del mundo
medieval y pasaba por alto el relato.” (Cáceres, 2011: 1)
Y probablemente una referencia como la transcripta, que son palabras de Pratt, serán consideradas
por la mayoría de los historietistas como un ataque a sus fundamentos
mismos. Probablemente porque los habitus adquiridos son persistentes e
incluso se transmiten a quienes se han formado en otras condiciones objetivas,
y esos habitus irreflexivamente están
defendiendo un campo dominado por el mercado o por el Estado (fuentes de
políticas probablemente no tan distintas en cuanto limitan) aunque se piense
que particularmente no se está dominado, lo cual resulta la naturalización de
la misma dominación.
Otra norma que expresa claramente esta naturalización de las
normas que quitan autonomía está expresada en el planteo de “facilitar la
lectura al lector”. Han existido
creadores geniales que han conseguido hacer obras de autor facilitando la lectura
a los lectores pero con toda una serie de lecturas paralelas posibles que
seguramente la mayoría de esos lectores no leían (John Ford, Hugo Pratt), pero
si la literatura o el cine se hubieran guiado unánimemente por esa norma
seguramente la historia sería muy distinta, seguramente no hubiera existido el Ulises de Joyce, ni En Búsqueda del Tiempo Perdido de Proust, ni el cine de Lisandro
Alonso, YazujiroOzu, ÉricRohmer o Kelly Reichardt, nombres que seguramente serán
el ejemplo de lo que no hay que hacer para los que quieren facilitar como premisa.
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http://archivohgo.blogspot.com/Revista del
equipo de investigación Estudios y Crítica de la Historieta Argentina, Córdoba,
en línea: www.historietasargentinas.wordpress.com
[1]
De aquí en adelante los textos entre corchetes, en las citas, son nuestros.
[2]
Como las historietas
distribuidas durante el período de la Alianza
para el Progreso –años sesenta del siglo pasado-, intento de contrarrestar
la influencia de la revolución cubana, que en formato de comics books contenían relatos que mostraban la supuesta carencia
total de libertad, manipulación y opresión del pueblo cubano por parte del
“comunismo internacional”.
[3]La hipótesis, y no deberíamos
aclarar esto que es básico, es una suposición, que en el terreno académico
resulta verosímil, plausible, dentro de un marco teórico y en relación a un
objeto empírico. Sin embargo tememos que
eso sea pasado por alto y que cuando la lectura del capítulo sea leída por
quienes trabajan dentro del campo de la historieta, no en el campo de la
investigación universitaria, y que todo sea leído, posiblemente, como ataques y traiciones.
[4]Luego reemplazado como Director.
[5]La parte
escrita a que hace referencia el último párrafo del “cable” de Télam, del cuatro
de diciembre de 2011, se concretaría desde fines de enero en un blog denominado
“El Club de la Historieta Nacional”, sumándose a los citados Laura Vázquez
Hutnik. El blog no ha sido renovado
desde el cinco de abril 2012 –escribimos esto el cinco de junio-, luego de que
Jorge Morhain publicara una nota titulada “Empanadas Vs. Arroz con Leche.
Fierro Vs Columba”. En la nota criticaba ácidamente a la primera revista Fierro por mentadas críticas a Editorial Columba y cometía errores como
señalar que “Cuando
apareció la revista Skorpio, no hubo ninguna polémica por su competencia con
Columba.” Cuando por el contrario
existió un enfrentamiento, que públicamente se entreveía en El Club de la Historieta que Trillo y
Saccomanno publicaban en Skorpio, y
cuya virulencia era conocida sólo entre quienes formaban parte del campo –no
existían Internet, ni los blogs, ni Facebook-
y al cual nos hemos referido en otros artículos (ver von Sprecher, R. y
Reggiani, F. (Eds.), 2011).
[6]También se hace difícil aclara cual
es la “mirada social” a la que se aludió en la presentación del Proyecto,
aunque alguna se puede inferir, pero no tiene un espacio significativo en la
historieta, al menos en el sentido fuerte de “mirada social”.
[7]
En cuanto no públicos y por lo
tanto no citables.
[8]Miembro de nuestro equipo de investigación,
pero que no se trata de un trabajo incluido en nuestro proyecto, sino un
artículo periodístico particular de F.R.
[9]Podríamos pensar en una apuesta
que prescinde de aquella otra que supone la historieta que se hace para llegar
al gran público, para obtener una paga, o que plantea que se debe facilitar la
comprensión al lector, lo que redundaría en mayores ventas. Tendencialmente hay
más posibilidades de que estás prácticas aparezcan cuando aumentan las regiones
de autonomía, por ejemplo con la digitalización e Internet que posibilitan
nuevos formatos y modos de producción.
[10]Aquí aparece una cuestión que
también es clave y no podremos desarrollar más que complementariamente en este
artículo: las innumerables modificaciones, y apertura a posibilidades antes
inéditas, que implica la informatización y la aparición de Internet, que
afectan a campos, regiones, habitus, prácticas, relaciones entre
posiciones y, que especialmente, contribuye al crecimiento de regiones de
autonomía al modificar los criterios, agentes y mecanismo de consagración.
2 comentarios:
Hola,les escribe Juan Carlos Quattordio,dibujante y co guionista de ZENITRAM,junto a Juan Sasturain.Me parece que el analisis que hacen de Zenitram es muy pobre,un tanto despectivo y se nota a la legua que no leyeron mas de dos paginas.Cualquier cosa me escriben a mi facebook asi les tiro mas data,puesto que su referencia es pauperrima.Muchas gracias.
Hola Juan Carlos. Gracias por escribir.
El texto, no hay un análisis, porque era un párrafo dentro de un artículo mayor, es corto, y no diría pauperrimo. Es una referencia sintética dentro de un contecto mayor a Zenitran. No se si habrás leído el resto del artículo. En todo caso es claro que tenemos una diferencia al respecto que creo que tiene que ver con las posiciones y perspectivas desde las que nos ubicamos (dibujante, investigador -más allá de que suelo hacer guiones cada tanto, absolutamente sin buscar ser "profesional" (largo de explicar porque también, así que queda en el tintero), y, aclarando que el nuestro es un comentario ni desde el campo de la historieta, ni desde el periodismo sino académico (logicamente tu posición es de quién hizo parte de la historieta), en ese marco el comentario se refiere sintéticamente a los publicado al momento de hacer el artículo, no eran dos páginas, tampoco era muchísimo. Leímos más de dos páginas. Análizamos más de dos páginas. La página de Telam era de acceso tortuoso... así luegovolví a leer lo que salió en Fierro (aca no uso el plural, lo leí yo). Pienso que si hubieramos hecho el artículo en ese momento te hubiera parecido más despectivo, que no era la intención. No hubiera sido en todo caso despectivo como una adjetivación sino por como se va construyendo la historia... y en relación al contexto del libro entero en que sale el artículo o capítulo: "Creencias bien fundadas. Historieta y política en Argentina, de la transición democrática al kirchnerismo"... pero bueno no me voy a poner el análisis ahora, ni pensamos volver sobre el tema. Ya tenemos el plan de publicaciones de este año y el 31 de diciembre el proyecto del equipo, que funciona desde 2001, yo trabajo sobre historieta desde 1977 (como guionista desde 1986)
Considero que en el campo de la historieta hay como un pacto de no criticar, salvo algunas excepciones a los otros, y ya tenemos experiencias de que hay poco lugar para las perspectivas que no están de acuerdo con lo hecho. El ejemplo paradigmático, que creo que sale en el artículo, que es de hace unos años, fue la dura discusión entre Reggiani y Saracino -amigos y lo siguen siendo- a partir de un artículo publicado por el primero en la página que entonces publicaba Andrés Valenzuela.
De cualquier manera te agradecería que me pasaras la dirección de tu blog (en éste mismo momento estoy con mucho trabajo por un mes y no puedo meterme a googlear y ponerme a estudiar el tema) y si nos podés más dato te lo agradaceremos.
Juan Carlos gracias por escribir y ser sincero.
Saludos
Roberto
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