sábado, 15 de marzo de 2014

A LOS QUE ESTAN HACIENDO SU PRIMER ENTRADA AL BLOG LE RECOMENDAMOS LEER LAS ENTRADAS ANTIGUAS

CONTINUANDO CON LAS PROPUESTAS DE LECTURAS PARA EL SEMINARIO, QUE COMENZAMOS EL PROXIMO LUNES EN EL AULA C10 (AULAS NUEVAS DE LA ECI),
DADO QUE AL COMIENZO REPASAREMOS LA TEORIA DE PIERRE BOURDIEU,  COPIAMOS, A CONTINUACION, UN TEXTO MUY BASICO PARA REPASAR LOS EJES CENTRALES DE SUS PLANTEOS, LOS GRAFICOS SE DESARMAN AL COPIAR, LUEGO LES PASAREMOS UNA COPIA DEL ARCHIVO PARA SUBSANARLO)

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von Sprecher, R. (Coord.)  (2007) Teorías Sociológicas. Introducción a los contemporáneos.  Editorial Brujas. Córdoba.

 LA TEORIA SOCIAL DE PIERRE BOURDIEU.


                                                  Roberto von Sprecher
  
         
Sobre las características de este capítulo.
Este es un capítulo escrito de memoria, de la memoria de nuestras clases, que pretende hacer accesible los elementos centrales de Pierre Bourdieu a quienes quieren iniciarse en él. No es, celosa, ni ortodoxamente una mera repetición de sus planteos, tratando de ser respetuoso de su pensamiento los toma a veces como fuente de inspiración para considerar algunos fenómenos que el francés no considero, y, en algún caso, señalamos las que consideramos sus limitaciones.  Sin embargo, partimos de tomar a Bourdieu como un autor central para pensar realidades como la Argentina, donde la desigualdad, la dominación, las clases… por ejemplo, son cuestiones que se palpan a diario y que se ven en cada esquina

La teoría social de Pierre Bourdieu.
                                         “No podríamos contar nuestras relaciones con un ser al que hemos conocido, aunque sea poco, sin hacer que se sucedan los sitios más diferentes de nuestra vida. Así, cada individuo –y yo mismo era uno de esos individuos- medía para mí el tiempo por la revolución que realizó no sólo en torno de sí mismo, sino en torno de los demás, y especialmente por las posiciones que ocupó sucesivamente con relación a mí.  Y todos esos diferentes planos con arreglos a los cuales el Tiempo, desde que yo acababa de recobrarlo en aquella fiesta, disponía de mi vida, haciéndome pensar que, en un libro que se propusiera contar una, habría que emplear en lugar de la psicología plana que se aplica generalmente, una especie de psicología del espacio, daban sin duda una belleza nueva a esas resurrecciones que mi memoria operaba mientras estaba solo en la biblioteca, porque la memoria, al introducir el pasado en el presente, suprime precisamente esa gran dimensión del Tiempo con arreglo a la cual se realiza la vida.”
                                          Proust, Marcel (2000) En Búsqueda del tiempo perdido. 7. El tiempo recobrado. Biblioteca Proust. Alianza Editorial. Madrid. Pág. 401.
Los grandes escritores de literatura, ese formato de la creación humana superior al de la escritura científica o académica, suelen dar cuenta de lo social con una precisión que no se puede achacar simplemente a la inspiración sino, más bien, a unas dotes fuera de lo común para internarse en las relaciones humanas y dar cuentas de ello con una sistematicidad ajena a la ríspida metodología científica.  No caben dudas de que Marcel Proust, con ese tratado de lo humano social que son las casi cuatro mil páginas de En búsqueda del tiempo perdido, se convirtió en uno de los maestros fundadores de la literatura moderna, y aunque parezca temerario afirmarlo de la sociología contemporánea con la mediación de Pierre Bourdieu.
Cuando uno lee La distinción (1988b) no quedan dudas de que Bourdieu es un conocedor y un admirador de Marcel Proust (como también lo es de Joyce o de Flaubert). ¿Cómo podría no serlo si en el texto que citamos más arriba Proust ya prefigura en unas pocas líneas lo que va a ser la sociología de Bourdieu?: el abordaje de las relaciones entre las posiciones de los agentes sociales desde una perspectiva diacrónica, que da cuenta de que no podemos entender dichas relaciones y dichas posiciones sino como mutables y mutando en relación a unas trayectorias que se desarrollan y relacionan en el Tiempo.

Señalan Bourdieu, Chamboredon y Passeron que Marx y Durkheim convergen en “lo que podría denominarse principio de la no conciencia” (1994: 31): “Durkheim, que exige del sociólogo que penetre en el mundo social como en un mundo desconocido, reconocía a Marx el mérito de haber roto con la ilusión de la transparencia: «creemos fecunda la idea de que la vida social debe explicarse, no por la concepción que se hacen los que en ella participan, sino por las causas profundas que escapan a la conciencia»” (citado en Ibid, 1994: 30).  Bourdieu, a pesar de haber sido frecuentemente acusado de estructuralista, consideraba esta perspectiva sobre la objetividad como inadecuada ontológica y científicamente en cuanto supone una subjetividad determinada totalmente por exterioridades y por lo tanto al ser humano como una especie de títere de las estructuras.
   Tampoco consideraba conveniente, al contrario que Giddens, partir de la elaboración de una teoría social general, abstracta.  La teoría, consideraba, se debe ir construyendo sobre el trabajo empírico y efectivamente él va trabajando y retrabajando la suya sobre investigaciones.  La teoría de Bourdieu, si repasamos cronológicamente sus libros, no es nunca igual a si misma, como la sociedad o la vida misma, y eso que puede considerarse una virtud y una demostración de la construcción de lo social, ha sido alguna vez confundido con un “sistema asistemático”. Denis Baranger, luego de hablar de la falta de sistematicidad de Bourdieu “de una vez y para siempre”, realiza una afirmación que supone cierto tono crítico y, en realidad, termina caracterizando virtudes: “Se trata de un programa de investigación empírica en el que el aparato conceptual se va ajustando progresivamente mediante su extensión a nuevos contextos y pruebas.” (2004: 162)
   Por otro lado, fiel a su creencia en el potencial liberador de la sociología, Pierre Bourdieu se convirtió en un activo militante contra el neoliberalismo y la globalización, y condenó a los devenidos  intelectuales orgánicos de la clase dominante:  “El imperialismo de la razón neoliberal logra su realización intelectual en dos nuevas figuras ejemplares del productor cultural.  Primero, el experto, que prepara, a la sombra los bastidores ministeriales o patronales o en el secreto de los think tank, documentos de fuerte tenor técnico, elaborados en lo posible en lenguaje económico o matemático. Luego el consejero en comunicación del príncipe, desertor del mundo universitario que pasó a trabajar al servicio de los dominantes, encargado de traducir al estilo académico los proyectos políticos de la nueva nobleza estatal y empresarial; su modelo planetario es sin duda el sociólogo británico Anthony Giddens (…)” (2002: 128)
   Se suele escuchar frecuentemente que los últimos trabajos de  Bourdieu perdieron rigor científico debido a sus compromisos políticos, con los dominados, o contra el neo-liberalismo, agreguemos.  Creemos, al contrario, que ganó en rigor actualizando la Tesis 11 sobre Feurbach[1].

Esquema General de la teoría social de Pierre Bourdieu.
La teoría social de Pierre Bourdieu es, al mismo tiempo, simple y compleja.  Como una herramienta para pensar distintas situaciones sociales se revela como una teoría accesible y práctica, resulta útil para organizarse en el análisis de innumerables fenómenos, para comenzar a abordarlos, pero, a partir de ese punto inicial el análisis se puede complejizar y profundizar trabajando sobre la primera aproximación.
Sin embargo, no es fácil para quien lo comienza a leer lograr un manejo suficiente de la teoría para que esta se convierta en una herramienta de utilidad extendida.  Consideramos que esto se debe, en parte, a que la teoría de Bourdieu tiene la misma lógica que él utiliza para analizar la realidad social: una serie de posiciones que se relacionan entre sí y que no pueden entenderse si no es en relación una con la otra, ninguna de las posiciones se pueden entender si no es en referencia simultanea a las otras posiciones. Bourdieu propone un pensamiento relacional.
 No podemos entender qué sucede cuando los hombres realizan sus prácticas sociales, cuando hacen algo, si no tenemos en cuenta las relaciones entre componentes objetivos y subjetivos, estructurales y de construcción. Su teoría está constituida por un conjunto de conceptos relacionados entre si, que ocupan posiciones en la teoría y que no se entienden sino en relación con los otros conceptos.  No podemos entender lo social sino tenemos en cuenta, simultáneamente, la relación entre las estructuras externas objetivas, las estructuras internas subjetivas y las prácticas sociales.
A partir de las consideraciones anteriores trazaremos una visión general de la teoría que facilite el acceso a su aplicación. Bourdieu evita la explicación estructuralista tanto como la meramente contructivista de por qué los hombres hacen lo que hacen; se posiciona desde ambas recuperando aquel planteo de Marx, del El 18 Brumario de Luis Bonaparte, respecto de que los hombres hacen su historia, pero a partir de condiciones que no eligen. Plan que Marx no cumplió al mantener el eje de su explicación en la determinación en última instancia por lo material.
El punto de partida lógico del análisis de lo social lo constituyen esas estructuras que los hombres no eligen, ajenas a su voluntad y conciencia, y que encuentran como condicionamientos al nacer si tomamos como referencia el espacio social general, o al incorporarse a una estructura particular, si consideramos como referencia a los campos. Por ejemplo, un alumno cuando ingresa a la Universidad se encuentra con una estructura previa, independiente y ajena a su voluntad, así comienza un Plan de Estudios ya prefijado, con asignaturas que tienen sus contenidos mínimos prefijados, con un régimen de asistencia, trabajos prácticos, teóricos, parciales, exámenes, etc., etc. Claro que desde el momento mismo en que nos incorporamos a cualquiera de esas estructuras sociales tenemos posibilidad de ejercer efectos sobre las mismas. Giddens, como veremos en otro capítulo, considerará, al contrario, la agencia humana, la construcción por parte del hombre, como el punto de partida del estudio de lo social.
Entonces, para Bourdieu, el punto de partida es el momento objetivista del análisis o de la indagación, en el cual nos abocamos a caracterizar las estructuras sociales externas, lo objetivo, lo social hecho cosa. El segundo momento del análisis será el subjetivista, la consideración de las estructuras sociales internas, subjetivas, o lo social hecho cuerpo.  Pero, entre ambos momentos, como entre las disposiciones que conforman los habitus y las prácticas sociales, los agentes sociales se enfrenta a situaciones -en las relaciones con los otros agentes sociales-, ante las cuales no tienen otra alternativa que tomar decisiones y realizar prácticas, aunque no las hagan reflexivamente. Decidir al calor de la acción, hubiera dicho Bourdieu.

                           PRACTICAS SOCIALES                                


 


                                                       DECISION
                                   


                                                              SITUACION
 


                
                                        
                                      ESTRUCTURAS SOCIALES INTERNAS                                                              
HABITUS



 



                                                         DECISION
 


                                                              SITUACION
                                                           CONSTITUCION DEL                              
                                                           HABITUS EN INTERACCION                     
                                                           CON                                        
                                                           OTROS AGENTES SOCIALES

                     
                         ESTRUCTURAS SOCIALES EXTERNAS 
                                POSICIONES Y RELACIONES





El momento objetivista de la indagación sociológica, entonces, se ocupa de las estructuras objetivas externas. ¿Por qué objetivas?. ¿Externas a qué?. Son estructuras que existen independientemente de la voluntad, conciencia y subjetividad de cada agente social y externamente a cada uno de ellos; los otros agentes sociales existen como objetos sociales externos a la subjetividad de cada uno en particular, y a su vez este agente existe objetivamente para los otros.
En tanto autor de este capítulo formo parte de la estructura externa al lector, a los co-autores, al editor, etc., y que en tanto estructura los constituye como tales.  El lector es lector, por ejemplo, en cuanto hay un autor. Lector/es, co-autores, editor, etc., forman parte una estructura externa, objetivamente, en cuanto los observo y considero desde mi subjetividad.  Fuera de mí, en cuanto objetualmente existen como objetos sociales.
En tanto pertenezco a una clase social, la fracción dominada de los dominantes, supongamos, formo parte de una estructura que existe objetivamente independientemente de la voluntad de los otros agentes sociales y para ellos que son parte de alguna clase social.
No perdamos de vista que los conceptos que utilizamos, los que utilizó Bourdieu, son construcciones del investigador y no la realidad misma, o en todo caso un aspecto particular de dicha realidad a la que intenta referirse.[2]  Construido el concepto que denominamos estructura,  ¿A qué consideramos una estructura?: al conjunto de las posiciones que ocupan los agentes sociales y a las relaciones entre esas posiciones.  Entonces, el concepto que hemos construido y denominado estructura se refiere a un conjunto de posiciones y a las relaciones que se establecen entre dichas posiciones.[3]
En el planteo de Bourdieu las relaciones entre quienes forman parte de una estructura social son relaciones de lucha y de dominación, entre y de agentes sociales que ocupan posiciones desiguales y que entre ellos se relacionan a partir de esa desigualdad, algunos están arriba, otros abajo, otros en el medio.  No son estructuras visibles a simple vista porque las distancias entre las posiciones, construidas en el papel, son distancias sociales que no necesariamente coinciden con las distancias en el espacio geográfico. (Bourdieu, 1988b: 130)  Una primera y simplificada aproximación gráfica podría ser la siguiente:




Conviene distinguir, desde el inicio mismo, dos tipos de estructuras externas: el espacio social general y los campos; el primero es un espacio pluridimensional que incluye dentro de sí a los segundos.
¿Cómo comprender que las relaciones se definen unas a otras a partir de la desigualdad?  En principio es muy sencillo: no podría haber alguien arriba si no hubiera alguien abajo, y no podría nadie estar en el medio si no estuvieran aquellos dos arriba y abajo.  Esto puede pensarse en términos de clases sociales y, entonces, nos referimos a  esa estructura social general que hemos llamado espacio social general, a veces denominada campo social.  Como tantos otros conceptos de Bourdieu es de aquellos que llama conceptos sign post[4].
El espacio social general, como concepto herramienta, nos permite abordar y designar topografías sociales tan amplias, tan macro, que no nos quedaran dudas que las clases sociales serán las posiciones definitorias de las relaciones entre los agentes sociales. Todos los agentes sociales forman parte de una clase social y están arriba, abajo, en el medio, arriba entre los de arriba, abajo entre los de arriba… Por ahora, consideremos el término clases en su sentido más extendido, como una forma de categorizar las desigualdades más significativas que empíricamente se presentan entre los hombres.  Podemos analizar, construir, así, como espacio social general a una ciudad o a una región. A tal nivel, macrosocial podríamos decir, la principal forma de diferenciación entre los agentes sociales es su agrupamiento en clases sociales.  Pero, también, podríamos desde esta perspectiva pensar un país, una región de un continente –la región del MERCOSUR, o del cono sur, si quisiéramos-, un continente o el planeta todo.  Es una decisión del investigador  que también puede ser útil para pensar en un planeta dividido en clases.  Un espacio en el que las clases sociales siguen siendo un referente crucial es el de las sociedades nacionales, aquellas constituidas alrededor de supuestos estados modernos.  Así, podemos pensar Argentina como un espacio social general.
¿Y que será lo que defina las posiciones desiguales que ocupan los agentes sociales en un espacio social general, o sea en las clases sociales?. Los capitales que se jueguen a ese nivel.
Las posiciones que se ocupan en el espacio social general y en los campos se definen por los bienes –capitales- que se posean, estos capitales nos otorgan poderes desiguales que son una fuerza en funcionamiento en las relaciones con los otros. ¿Por ejemplo? Capital económico, capital cultural o capital conocimiento, pero también, podría ser capital religioso.  Los capitales que más peso tienen en el espacio social general no están fijados a priori, varían socio-históricamente.
Las posiciones, entonces, se definen por los diversos capitales que poseen los agentes sociales, capitales que funcionan como poderes y que, por lo tanto, dan fuerza en las relaciones con los otros.
Puede haber infinitos capitales que definan posiciones, ya que depende de que algún bien sea considerado valioso por los agentes. De cualquier manera, a nivel del espacio social general y en las sociedades actuales, son el capital económico y el capital cultural los que definen las posiciones que denominamos clases sociales. 
La misma lógica funcionará para los campos, definidos alrededor del interés por capitales particulares, como lo raro en la moda, o la habilidad para administrar el balón en el fútbol, o la salvación de las almas en el campo de la religión católica.  Pero, esos campos definidos por capitales particulares están inscriptos dentro del espacio social general y, en consecuencia, los capitales que definen dicho espacio tienden a tener influencias sobre los juegos particulares.  La lógica del mercado, el capital económico, ha ido extendiendo su influencia, por ejemplo, sobre el campo del fútbol, que se convirtió en profesional, dejó de ser amateur –situación en la que el campo podía gozar de mayor autonomía-, y pronto pasó a ser un negocio global incluyendo la transacción de hombres.

El segundo momento del análisis social es según Bourdieu el  subjetivista, y se ocupa de las que denomina estructuras sociales interiorizadas o subjetivas, lo social hecho cuerpo.  Dichas estructuras dan lugar a la existencia del habitus que funciona como principios de “generación y percepción” de las prácticas sociales y que se estructura como un conjunto de disposiciones.
Estas disposiciones se construyen e interiorizan a partir de las posiciones ocupadas en el espacio social y en los campos particulares, en un proceso que no es súbito –no incorporamos disposiciones de golpe- sino prolongado y supone trayectorias en esas posiciones.  Supone el paso del tiempo.  Señala Bourdieu: “El habitus es a la vez un sistema de esquemas [principios] de percepción y de apreciación de las prácticas. Y, en los dos casos sus operaciones expresan la posición social en la cual se ha construido.” (1988b: 134)
Estas estructuras internas, subjetivas, están compuestas por un conjunto de disposiciones relacionadas entre sí, disposiciones a ver, a pensar, a gustar, a sentir, a hacer, etc., más de una manera que de otra lo que es y lo que no es para uno, lo que es posible y lo que no es posible según nuestra posición.  Por lo tanto, disposiciones a ver como a no ver, a pensar como a no pensar, a gustar como a no gustar, a sentir como a no sentir, a hacer como a no hacer.
Por ejemplo, si soy un marginado que nació y creció en una villa miseria no tiendo a pensar en que algún día voy a ir a estudiar en la universidad; esa posibilidad –siempre en términos de tendencia- está directamente ausente de mi horizonte de pensamientos, de mis pensamientos sobre el futuro, ni siquiera llego a plantearme si iré o no a la universidad. La tendencia es que ni siquiera pensaré en esa posibilidad.  Con mi trayectoria en una posición he interiorizado lo que no es para mí, he interiorizado la dominación misma.  Hablamos en términos de tendencias, lo cual quiere decir que puede darse el caso de alguien que ocupa la posición de marginado, que crece en una villa miseria, y llegue a estudiar en la Universidad.  Pero esto es tendencialmente tan excepcional, que Bourdieu solía referirse a milagros sociológicos; de hecho se refería a él mismo como un milagro sociológico: el hijo del primer miembro de una familia pobre de pastores, empleado de correos, de una región marginal de Francia, como el Bearn, que llega a ocupar las posiciones más elevadas del College de la France, reservadas como tendencia para aquellos que provienen de posiciones elevadas en la sociedad, los cuales tampoco tienen que plantearse si irán o no a estudiar a la universidad, porque como tendencia irán efectivamente y porque subjetivamente tienen incorporadas las disposiciones de los privilegiados, para los cuales ciertos arbitrarios sociales aparecen como naturales, se viven como la naturaleza misma de las cosas.
Estas disposiciones, entonces, son interiorizadas, como subjetividad social, por los agentes sociales a partir de la experiencia prolongada –trayectoria- en una serie de posiciones en las estructuras externas objetivas.
El resultado del habitus es la tendencia a que los agentes sociales estén dispuestos a hacer lo que corresponde a las posiciones que ocupan. Al ocupar dichas posiciones, durante cierto tiempo, han ido haciendo cuerpo lo que corresponde a dichas posiciones en un estado determinado del espacio social y de los campos.  Así, si es dominado habría adquirido las disposiciones a sentir, gustar, comportarse, como un dominado; si es dominante lo contrario. Una orquestada complementación sin necesidad de director de orquesta.
Las disposiciones que se adquieren en las experiencias tempranas[5] de la vida, en la temprana infancia, son las más difíciles de modificar. En este período se adquieren ciertas disposiciones generales que orientan nuestras formas de ver el mundo y sirven de base para enfrentar las situaciones nuevas, por lo menos inicialmente.  Bourdieu afirma que en el primer período de nuestra vida tendemos a ser lo que nuestros padres nos dicen que somos. Nuestros padres tienden a decirnos que somos lo que corresponde a la clase social a que pertenecen, a través de nuestros padres interiorizamos disposiciones de clase, la base de prácticas enclasadas y enclasables.
Habitus es el término que eligió Bourdieu para referirse a estas estructuras sociales subjetivas (estructuras sociales internas). ¿Estructuras en qué sentido? ¿Qué clase de estructuras? Podríamos hablar de un conjunto de disposiciones que se relacionan entre sí y que se definen unas en relación a las otras, pesando algunas de esas disposiciones más que las demás.  Podríamos hablar de disposiciones que tienden a ser dominantes, como por ejemplo las disposiciones tempranas o las de clase.
Las disposiciones están, entonces, directamente relacionadas con las posiciones y, como tendencia[6], vemos el mundo y actuamos en él según las posiciones que ocupamos, teniendo mayor peso las disposiciones de clase.  En el grueso de nuestras acciones estas disposiciones llevan a que hagamos las cosas sin necesidad de reflexionar y que nuestras prácticas resulten razonables a nuestras posiciones e intereses.  Pero, siempre existe la posibilidad de actuar racionalmente, sopesando conscientemente los medios adecuados para lograr un fin y la elección racional de uno de ellos.
Por ejemplo, un docente universitario con muchos años de experiencia cuando está explicando una teoría suele responder a las preguntas de sus alumnos sin detenerse a pensar en la respuesta, contesta inmediatamente y, en general, adecuadamente en proporción directa con su experiencia.  En estos casos suele ocurrir que el docente ha interiorizado a tal punto los conocimientos sobre la teoría que explica, la conoce tanto, que no necesita reflexionar, o realizar una evaluación racional en el momento de responder a la pregunta. Decide al calor de la acción. Ello no quiere decir que el comportamiento del docente sea irracional, simplemente no le hace falta hacer un cálculo racional en ese momento, puede actuar irreflexivamente o en una forma que podríamos denominar automática y, sin embargo, es totalmente razonable en relación a la situación que le han planteado los alumnos.  Si se han interiorizado las disposiciones, incluyendo los conocimientos (capital cultural o capital conocimiento objetivado), adecuados a la posición, se puede actuar en forma inmediata, sin necesidad de reflexionar ni realizar un calculo racional, en forma razonable y totalmente adecuada a la situación. Claro que también es posible, que algún alumno pregunte algo original o especialmente complicado y el docente tenga que reflexionar para responder la pregunta; generalmente el docente de experiencia realiza la reflexión en voz alta ante los alumnos (no se pone a pensar unos minutos, o a escribir, antes de contestar) haciendo público y exponiendo el proceso de reflexión y cálculo a partir del cual va elaborando o buscando una respuesta.
Por el contrario, un docente universitario que da sus primeras clases teóricas puede realizar un largo y estricto planeamiento de lo que va a enseñar, de cómo lo va a enseñar, de cómo va a distribuir los tiempos…  Sin embargo, su clase suele no tener algunas de las cualidades de la de otro docente con amplia experiencia y conocimientos profundamente interiorizados, que desarrolla la clase sin prepararla los días anteriores, sin haber pensado previamente sobre la estructura de la clase y el orden en que va a desarrollar los temas, o la vía por la que va a optar para dar cuenta de una teoría X.  En el último caso la clase puede adquirir un valor de espontaneidad y apertura que no tiene la clase del novato que, justamente por el cálculo racional que ha realizado para organizarla, parece trabada[7].  Casi seguro el docente que ahora puede dar una clase atractiva y espontánea, ha pasado por una experiencia similar a la del novato en sus comienzos y es esa experiencia es la que le permite ahora lograr un plus.  Ha logrado caminar sin tener que pensar en cómo y cuándo moverá sus piernas y píes.
Bourdieu solía recurrir a Leibniz que afirmaba que eramos autómatas en las tres cuartas partes de nuestras acciones. Se trata de una figura, no quiere decir que seamos una especie de robots en parte de nuestras acciones, y la proporción puede ser considerada como una posible aproximación a como suelen distribuirse las prácticas espontáneas y las reflexivas.  De hecho si no sucediera así la vida sería trabada, como la clase del principiante.
Hasta ahora, entonces, en nuestra aproximación general a la teoría de Pierre Bourdieu, consideramos las estructuras sociales externas y las estructurales sociales internas, las disposiciones que se constituyen, dijimos, a partir de la experiencia prolongada en posiciones, interiorizando los agentes sociales que las ocupan lo que es para uno y lo que no es para uno según dichas posiciones.
El habitus, a través del sentido, es el principio de generación de las prácticas sociales.
Si nuestra caracterización terminara aquí la perspectiva de Bourdieu sería estructuralista: lo objetivo –las posiciones- generan lo subjetivo –el habitus- que a su vez genera las prácticas sociales.  Sin embargo, Bourdieu niega explícitamente que su teoría sea estructuralista y plantea su teoría como un estructural-contructivismo o como un contructivismo-estructuralista.
¿Adónde aparece el elemento de construcción?  El habitus sólo orienta nuestras prácticas sociales, esa es la lógica del sentido práctico. No podría de ninguna manera determinarlas ante la variedad de situaciones que pueden ir presentándosenos en la relación con otras posiciones, relaciones tanto en presencia como en ausencia, imposibles de resolver y encarar sin creatividad, sin invención.  Ante las situaciones que se les presentan constantemente a los agentes sociales tienen que tomar activamente decisiones, aunque aparezcan como irreflexivas, al calor de la acción y la situación. El habitus no contiene un mandato taxativo ante cada situación, la historia siempre pudo ser distinta[8]. Lo que los agentes efectivamente hagan es decidido por ellos mismos.  La situación y la necesidad de tomar decisiones constituyen la articulación que produce la apertura a la construcción social, al cambio, a la innovación, a la ruptura, a la creación…  A cada momento con nuestras decisiones estamos produciendo cambios en las estructuras sociales objetivas y subjetivas (las prácticas se realizan dentro de las primeras por aquellos agentes que portan esas estructuras internas subjetivas), aunque se traten de cambios imperceptibles a simple vista. Nunca somos el mismo o la misma que el día anterior, es como aquello del río que nunca es igual.  El alumno que decidió realizar una pregunta, inteligente o no, cambió definitivamente el curso de la clase.
Cuando estamos desarrollando nuestras clases y trato de explicar lo anterior, solemos pararnos en seco y advertir a los alumnos, mientras apuntamos hacia el techo con el dedo índice y aunque la frase no encaje demasiado bien en lo que veníamos diciendo hasta entonces, “ahora vamos a dictar la definición”.  El habitus de los alumnos se pone en funcionamiento: muchos de ellos aprestan hoja y birome, o abren el cuaderno que todavía permanecía cerrado.  Sin embargo, no todos deciden lo mismo ante un profesor que plantea una situación definida como “dictado de una definición”: algunos permanecen atentos esperando la definición sin intenciones de registrarla por escrito, otros siguen mirando por la ventana pensando en cosas más interesantes, alguno sigue conversando con un compañero, etc. Sólo una vez ocurrió que todos, absolutamente todos, los alumnos prepararon sus lápices y papeles para registrar la definición. Nos sorprendió por excepcional y se lo señalamos cuando les advertí que jamás dictábamos algo tan definitivo como definiciones y que los habíamos utilizado para dar un ejemplo: “Chicos, ustedes están demasiado adaptados”.
Dijo Max Weber que los protestantes, hace unos siglos atrás, trabajaron duro y racionalmente, viviendo al mismo tiempo en forma ascética, buscando la salvación de sus almas, y que como consecuencia inesperada y no buscada de esas conductas se produjo una tremenda acumulación material que está en el origen del capitalismo occidental. Hace apenas unos años un puñado de individuos armados con trinchetas y cuchillos de cocina secuestraron un par de aeronaves y las estrellaron contra los dos edificios que simbolizaban la especulación financiera de la globalización, cambiando el curso de la historia reciente, llevando a que el imperio se revelara como tal y dejara de lado la mentira de una globalización sin centro.  Más allá de lo sangriento de hecho y de las muertes injustas, el atentado a las torres gemelas de Nueva York fue un ejemplo definitivo de que la historia siempre está abierta a la construcción, de que los hombres hacen su historia. Claro que los cambios sociales estructurales son más bien el resultado de acciones colectivas y de prolongadas luchas simbólicas, incluyendo voluntad, organización, movilización, constitución de visiones del mundo e identidades alternativas, etc.

Entonces, el planteo de Bourdieu no es estructuralista: los habitus no determinan las prácticas sociales, las orientan y los hombres no tienen más remedio que la libertad de decidir. ¿Pero, no seguiría siendo estructuralista si las posiciones (estructuras externas objetivas) determinan a las disposiciones (estructuran internas subjetivas)?  No recuerdo que Bourdieu se haya detenido a explicar esto, pero de su sistema teórico se puede inferir que el proceso de formación de las disposiciones de los agentes a partir de sus posiciones es también un proceso de construcción.
Hay que considerar, dijimos antes, que las prácticas humanas están estructuralmente abiertas a la construcción, a la invención, al cambio, y que esa apertura está presente en cada situación que obliga a los agentes a tomar decisiones.  Dichas decisiones dan lugar a prácticas concretas que modifican la estructura objetiva misma, ya que quienes realizan las prácticas y construyen son los mismos agentes sociales que ocupan posiciones, y establecen relaciones. Las disposiciones se constituyen en la relación del sujeto que las interioriza con otros agentes, que podemos denominar agentes de socialización (si no tememos que utilizar terminologías de la sociología clásica norteamericana devalúe nuestro escrito). La relación del agente socializado con los agentes socializadores implica situaciones múltiples en una secuencia temporal abierta a decisiones de ambas partes, supongamos padres y bebé. Hasta un recién nacido como miembro de un campo, y del espacio social, tiene la posibilidad de producir efectos sobre el campo.  Y de hecho el bebé siempre toma decisiones que hacen variar las de los padres.  Así puede que llore al no ser amamantado, o puede que permanezca en silencio, o que se mueva y llore, o que se mueva y permanezca en silencio, o que patalee, o que agite las manos y crispe la carita, etc., etc., etc.; cada una de las prácticamente infinitas respuestas posibles a una situación pasan a formar parte de la nueva situación, a definir una nueva situación, y todo esto a pesar de que en las edades tempranas, dice Bourdieu, tendemos a ser lo que nuestros padres nos dicen que somos.
El proceso de construcción del habitus, como la socialización misma, nunca concluye y siempre esta abierto a la posibilidad de la intervención activa y perturbadora del socializado.  Por supuesto que el margen abierto para la innovación y el cambio varia socio-históricamente, hay circunstancias –situaciones- más rígidas y otras más abiertas.
Cerrando nuestra aproximación general a la teoría de Bourdieu, que hemos esquematizado en el primer gráfico, podemos afirmar que siempre hay condicionantes estructurales sobre nuestras prácticas sociales y que nuestras prácticas sociales siempre están abiertas a la construcción.  Veamos como lo planteaba Bourdieu en una conferencia dictada en Estados Unidos:
“Si tuviese que caracterizar mi trabajo en dos palabras, es decir, como se hace mucho hoy, aplicarle una etiqueta, hablaría de constructivist structuralism o de structuralist constructivism, tomando la palabra estructuralismo en un sentido muy diferente de aquel que le da la tradición saussuriana o lévi-straussiana.  Por estructuralismo o estructuralista quiero decir que existen el mundo social mismo, y no solamente en los sistemas simbólicos, lenguaje, mito, etc., estructuras objetivas, independientes de la conciencia y de la voluntad de los agentes, que son capaces de orientar o de coaccionar sus prácticas o sus representaciones.  Por contructivismo quiero decir que hay una génesis social [por] una parte de los [esquemas] de percepción, de pensamiento y acción, que son constitutivos de lo que llamamos habitus, y por otra parte estructuras, y en particular de lo que llamo campos y grupos, especialmente de lo que se llama generalmente clases sociales.” (1988a: 127)

El espacio social general como espacio de las clases sociales.
Nos preguntábamos en el apartado anterior ¿qué será lo que defina las posiciones desiguales que ocupan los agentes sociales en un espacio social general, o sea las clases sociales que objetivamente ocupan los agentes en esta estructura macrosocial? Contestábamos: Los capitales que se jueguen a ese nivel. ¿Por qué esta respuesta tan ambigua? Porque no hay capitales transhistóricos que siempre hayan sido los más importantes a nivel macrosocial.  Aclarado eso podemos considerar que para la mayoría de las sociedades actuales esos capitales son el económico y cultural, y respecto del “cultural” en particular el capital conocimiento.  Son los que definen las posiciones que denominamos clases sociales.
  En una investigación que realizamos sobre consumos de medios masivos de comunicación y nuevas tecnologías sobre la ciudad capital de La Rioja, determinamos que el principal capital en juego en esta provincia es el capital social, dado que es el que permite acceder a los cargos estatales, positivamente privilegiados o negativamente privilegiados, usando los términos de Max Weber, y que permiten el lucro económico.[9] En el Afganistán dominado por los Talibanes, previo a la invasión del imperio estadounidense, era el capital religioso el que establecía las posiciones de clase.
      Ahora podemos preguntarnos por el concepto de posición, término que venimos usando casi desde el comienzo del texto, y señalar que se trata del lugar que un agente social ocupa en el espacio social y en cada campo al cual pertenece, en relación al capital que está en juego.
El o los capitales dominantes en el espacio social tienden a influir sobre todo juego que se realice dentro de ese espacio, o sea sobre los juegos particulares que se realizan en cada campo.  Esto no quiere decir que no haya campos autónomos, pero, en la sociedad actual el capital económico tiende a forzar a los otros campos a seguir su propia lógica.  Así el capital económico ha impuesto su lógica a campos, aparentemente tan distintos, como el  del fútbol o el de la literatura. Así el campo periodístico, con la primicia como capital en juego es, según Bourdieu, un campo dominando por el económico que a su vez tiende a distorsionar diversos campos de la producción cultural o el político mismo, por su poder para de volver públicos, hacer visibles, los acontecimientos. (1997c)
Dominantes/dominantes, dominantes/dominados y dominados/dominados las relaciones entre posiciones.
La del subtítulo es una forma de caracterizar a las posiciones en el espacio social general, y por lo tanto al espacio mismo como lugar de luchas entre poderes desiguales, que se extenderá a las posiciones en cualquier campo particular.
Profundicemos nuestros planteos sobre las posiciones definidas por la posesión de capitales. En realidad lo que otorga más fuerza, más poder, una posición superior, no es la mera posesión de capital, sino la posesión de los medios de producción de esos capitales.  No es lo mismo poseer bienes, que poseer los medios materiales de producción de esos bienes. No es lo mismo poseer conocimientos que poseer los medios materiales e inmateriales de producir conocimientos.  En principio, no hay carenciados absolutos de capital económico o capital conocimiento.  Aún un excluido sin techo tiene un hato de ropas viejas, a veces alguna moneda, y seguramente tiene unos conocimientos que suelen ser los adecuados para sobrevivir en el campo de los sin techo.
Bourdieu considera que los agentes sociales tienen estrategias, que no implican un cálculo consciente o estrategias reflexivas[10] que, en principio, apuntan a mejorar las posiciones ocupadas o por lo menos mantenerlas.  Las estrategias deberían ser consideradas dentro del habitus, como parte de las disposiciones que interiorizan los agentes, asociadas a una posición. Asimismo deberíamos relacionarlas con el tema de los posibles desajustes, dado que las variaciones de las condiciones objetivas pueden hacer que esas estrategias fallen si no se adaptan a las nuevas condiciones.
En la sociedad actual, considera Bourdieu, los capitales actuantes en el espacio social general son el económico y el cultural, pero entre estos dos el económico domina al cultural –que nosotros utilizamos más referenciado al conocimiento-. Lo que permite la posición privilegiada de clase no es simplemente la pura posesión de capital económico sino la posesión de los medios materiales de producción material, y nosotros agregamos el acceso al lucro privilegiado, siguiendo la teoría sobre clases de Max Weber (von Sprecher (Coord.), 2005).
El esquema planteado en el subtitulo es el siguiente:

   DOMINANTES  DOMINANTES
DOMINANTES  dominados
dominados       dominados

o
            D  D
             D  d
       d   d[11]

   ¿Cómo llegamos a elaborarlo? Primero establecemos la lógica división entre dominantes y dominados; en segundo lugar consideramos las fracciones de clase en que se dividen los dominantes y establecemos que si el capital económico predomina sobre el capital conocimiento los que posean aquel dominan a los que poseen el último y son por lo tanto DOMINANTES/DOMINANTES.

  La fracción de los DOMINANTES/dominados se distinguen no sólo por poseer capital conocimiento sino también por poseer los medios para producir conocimiento (aunque por lo general, los productores culturales reales no poseen los medios materiales para producir conocimiento cuando esto son costosos, como en el caso de la televisión)[12].  Los DOMINANTES/ dominados son los intelectuales, y entre ellos no da posición privilegiada la mera posesión de conocimientos sino la capacidad de producir conocimientos, la propiedad de los medios de producción de conocimientos (inmaterial o material).

Las relaciones que se establecen entre las clases sociales son relaciones de dominación: unos están arriba, otro en el medio y otros abajo (y podemos seguir aplicando la misma lógica de análisis según las necesidades de la indagación, por ejemplo entre los que están arriba unos estarán más arriba, otros en el medio y otros más abajo).
Podríamos, si una indagación lo demandara dividir los DOMINANTES/DOMINANTES en fracciones, o investigar sobre como algunos de los dominados/dominados están más arriba y otros más abajo, dentro de la misma clase.  Antonio Gramsci, sin utilizar estos términos, diferenciaba un grupo de intelectuales creadores del nivel más elevado de la ideología, en nuestros términos propietarios de los medios de producción de conocimiento, de otros grupos de intelectuales como los divulgadores que no eran creadores de ideología sino los encargados de difundir la misma en el grueso de la población. (von Sprecher (Coord.), 2005)
Posibles alianzas de los DOMINANTES/dominados.
Esta cuestión resultará significativa al plantear el posible cambio social estructural y las luchas simbólicas.  Analizando el esquema de clases básico se puede plantear que los DOMINANTES/dominados, los intelectuales, pueden convertirse en aliados de los DOMINANTES, y por lo tanto colaborar a consolidar el dominio de los mismos (de hecho toda dominación implicaría la participación de estos intelectuales) o en aliados y voceros, en las luchas simbólicas, de los dominados y en factores claves de la ruptura de estas relaciones de dominación. ¿Cómo se pueden explicar la posibilidad de alianzas tan variables?  La explicación se basa en la existencia de una homología estructural entre D/d, tanto con D/D como con d/d.



DOMINANTES

DOMINANTES
 
 

                                  DOMINANTES
    
     
      

         dominados
 
 


 





       


¿Qué es una homología?: una relación que se da entre dos elementos que tienen algo igual y, al mismo tiempo, algo diferente, en ese caso son homólogos.  En el esquema de arriba constatamos dos homologías estructurales: los intelectuales tienen en común con los D/D el ser dominantes, pero se diferencian de los mismos porque ellos son dominados y los otros no, no comparten el hecho de ser dominados;  al mismo tiempo, los intelectuales tienen en común con los d/d el hecho de ser ambos dominados, pero se diferencian de ellos en el hecho de que son DOMINANTES y los d/d no.

DOMINANTES      DOMINANTES
DOMINANTES      dominados
   dominados       dominados

Esta homología es la base objetiva que explica y hace posibles la alianzas de los intelectuales con los D/D o con los d/d. Pueden, no hay nada que predetermine que harán empíricamente, aliarse hacia arriba o hacia abajo.
Empíricamente hay épocas en que gran parte de los intelectuales se alían con los dominados, por ejemplo los intelectuales argentinos durante fines de los años sesenta y setenta del siglo veinte. Hay otras épocas en que gran parte se alía con los dominantes, como en el primer período del menemismo en Argentina, y en cualquier época hay algunos que se alían hacia arriba y otros hacia abajo.
Estos planteos, que se van a extender al considerar el papel de los voceros intelectuales en las luchas simbólicas por el cambio estructural, tienen fuertes y sospechosas homologías con los que hiciera, décadas antes que Bourdieu, Antonio Gramsci.  Sin embargo, Bourdieu decía no haber sido influenciado por el mismo y sólo haberlo leído tardíamente. (1988a: 38)

Principales capitales.
Podemos caracterizar, entre las diversas formas en que se puede hacerlo, a los capitales como un conjunto de bienes, que como los bienes de un mercado se producen, se pueden acumular, se distribuyen, se evalúan, se consumen, se invierten y se pueden perder.
Los capitales posibles son infinitos, tantos como bienes puedan constituirse en importantes para un conjunto de agentes sociales a tal punto de constituir un mercado alrededor de los mismos (y un campo).  Cuando Bourdieu se refiere a los capitales principales alude a los principales en el espacio social general, en particular en las sociedades capitalistas actuales.  Entonces podemos referirnos a, por lo menos, cinco capitales, dos sustantivos y tres adjetivos: económico, cultural, simbólico, social y familiar, respectivamente.
El capital económico supone la propiedad de bienes, tanto materiales como monetarios o financieros, pero, como ya lo planteamos, el capital económico cualitativamente más valioso lo constituyen los medios de producción material, pero también los medios de especulación financiera. El lucro forma parte del capital económico, pero no deberíamos dejar de relacionarlo con la educación privilegiada que abre a unas posibilidades privilegiadas de lucro, recordando el planteo de Weber (von Sprecher (Coord.), 2005).[13]

Al capital cultural lo consideramos no sólo relacionado con el arte, sino sobre todo con el conocimiento, sin anclarlo a un tipo de conocimiento particular.  Así puede referirse a los conocimientos sobre las artes en un sentido más o menos clásico (pintura, música, teatro, etc.), menos clásico (cine, etc.) o más herético (comics, jazz, rock, juegos de rol, etc.), pero también a conocimientos sobre informática, carpintería, jardinería o marketing.  En realidad preferiríamos reemplazar el término capital cultural por el de capital conocimiento, pero no podríamos incurrir en esa herejía tratándose de un texto que intenta explicar la teoría de Pierre Bourdieu.
Se suele hacer referencia a que Bourdieu distingue tres formas de capital cultural: interiorizado, objetivado e institucionalizado:
Interiorizado: el conocimiento que se ha hecho cuerpo.  Los docentes, como muchos otros profesionales, llevamos nuestro capital en el cuerpo, en el cerebro.  Es lo que uno sabe y porta consigo.
Objetivado: hace referencia a objetos que funcionan como indicadores de capital cultural o conocimiento.  Por ejemplo, alguien posee en su casa cuadros de pintores argentinos contemporáneos prestigiosos, como Guillermo Kuitca o Carlos Alonso, tiene “objetos culturales” de autores consagrados y podemos inferir que esa persona entiende de pintura, que tienen capital conocimiento sobre plástica, pero puede, también, que esa persona no entienda nada de arte y haya comprado los cuadros como una inversión aconsejado por un asesor financiero.  Uno entra en una casa en la cual el propietario tiene cientos de libros, y presume que debe saber mucho.  Sin embargo, algunos compran libros por metro como elemento decorativo.  Hay profesores que portan libros a clase que no usarán y los desparraman sobre el escritorio, como si aportara algo a sus clases.  Un alumno que vaya a rendir un examen y se deje ver hojeando Reflexiones o La distinción de Bourdieu puede que impresione a los profesores, pero en sí no demostrará nada sobre su saber por portar los libros, lo cual seguramente será un indicador y una rara avis.
Institucionalizado: es el capital conocimiento reconocido como legitimo a través de las titulaciones o certificaciones que otorga, o avala, el Estado. Así el diploma de abogado, o médico o de Trabajador Social.  Corresponde a un período de la modernidad en la cual el Estado se convierte en intermediario y garante de los conocimientos que certifica.  Aunque no siempre el título garantiza que el sujeto portador del mismo tenga los conocimientos interiorizados.  Es el capital cultural, sustantivo, con el agregado o plus, de capital simbólico, adjetivo.
El capital simbólico, como acabamos de afirmar, es una adjetivación. Es un plus que se agrega a cualquier otro tipo de capital e implica que el capital al que se ha añadido es reconocido como legitimo.  Como tal se puede agregar a cualquier tipo de capital, en el espacio social general al económico o al cultural, en cualquier campo al capital específico en juego.  Podríamos considerar también la existencia de un capital simbólico negativo, que deslegitima la posesión del agente.
Uno puede tener dinero y que se reconozca la legitimidad de su origen: “lo ganó trabajando” (aunque me temo que es un ejemplo arcaico) y no coimeando.  Designar a alguien como “nuevo rico” ha sido una típica forma de descalificación de aquellos que han adquirido su fortuna en forma tan rápida que no han alcanzado a incorporar el estilo de vida de los que fueron ricos desde la cuna (y aquí entra a jugar el capital familiar como otro plus).  La oligarquía despreciaba a los inmigrantes que se enriquecían con su trabajo y sacrificio, en ese caso no importaba que lo hubieran ganado trabajando, no pertenecían a las familias patricias, ese era el problema, no tenían el plus de capital social que la pertenencia a que la oligarquía nativa otorgaba: aquí funcionaba el capital social como un extra.  Sarmiento, que no pertenecía por origen familiar a los sectores dominantes, locales, les endilgo el denegatorio mote de “oligarquía con olor a bosta”.  En el caso del capital económico no hay mecanismo y agentes formales para consagrarlo con el plus de su reconocimiento y legitimación. En cambio para el capital cultural existen múltiples instancias formales y burocracias enteras destinadas a consagrar.  Por ejemplo, los docentes son uno de los agentes encargados de otorgar la consagración y los exámenes son un mecanismo de consagración altamente formalizado, reglamentado y ritualizado.
En el caso de los campos específicos, que los mismos tengan –formales o informales- mecanismo y agentes de consagración internos nos permite evaluar el grado de autonomía del campo.  Si los mejores escritores son consagrados por sus pares el campo tendrá autonomía, sin son consagrados por los índices de ventas, por haberse convertido en best-sellers, habrá perdido su autonomía y será el campo económico el que impone su lógica a una producción cultural particular.
El capital simbólico es por definición importante en cualquier campo porque es el plus que legitima la posesión del capital específico. Así es el objeto de las luchas simbólicas por la imposición de la visión del mundo, general o particular, legítima.
El capital social es el resultado del conjunto estable de relaciones que mantenemos con quienes ocupan otras posiciones y que podemos hacer valer como una carta, como una fuerza, como un recurso. Este capital depende fuertemente de las relaciones que heredamos de nuestra familia, actual y anterior.  Suele alterar la autonomía de los campos cuando, por ejemplo, en países como el nuestro, para conseguir trabajo resulta tan importante tener el título correspondiente como ser hijo de R.R. y no de N.N., o ser un Nores, un Bodereau, o un Garlot en Córdoba.  La recomendación o la referencia a la estirpe suele dejar fuera del trabajo a personas más calificadas que el portador de apellido.  Es un resabio de las sociedades estamentales, pero si uno revisa los apellidos de los que han sido jueces importantes o ministros en la provincia de Córdoba, comprobará que en la moderna córdoba la oligarquía, que ha perdido en buena medida el dinero, tiene un entramado de relaciones que le sigue  dando privilegios al momento de acceder a los cargos lucrativos positivamente privilegiados (usando, de nuevo, los términos de Max Weber), tanto en gobiernos peronistas, radicales, como en dictaduras. 
El capital familiar es un plus que se agrega por el temprano y permanente contacto con alguna actividad que se adquiere por la familiaridad con el mismo en el seno de familias con ciertos capitales  particulares.  En la familia se aprenden ciertas cuestiones, se adquieren ciertos habitus, que luego pueden dar ventajas, en frecuente combinación con el capital social.  El hijo de un músico suele tener un contacto tan temprano y familiar con la música que no extraña que se dedique a la música y que corra con un plus respecto de aquel que proviene de una familia donde no se tocaba ningún instrumento ni se daba ninguna importancia a tal arte.  Así no es extraño que Dante Spinetta formara un grupo y tuviera éxito antes de terminar la secundaria.  Pero, tampoco es extraño que el hijo de un médico aproveche la familiaridad con la medicina y se convierta a la vez en médico, ni que el niño criado en una familia de delincuentes cuente con unas habilidades tempranamente adquiridas para la delincuencia.  Claro que no hay aquí ningún necesario ni determinación, aunque el hijo de profesionales tienda a ser profesional y el hijo de villero tienda a ser villero. El hijo de un villero o de un modesto empleado pueden llegar a ser titulares de alguna asignatura en alguna universidad prestigiosa. De nuevo recordamos que P. Bourdieu se refería a su propia carrera como un “milagro sociológico”. Mariela López, una alumna, en una indagación preguntaba al hijo de una familia en la cual el padre tenía un Plan Trabajar, “que iba a ser cuando fuera grande”. El niño le contestó “tener un Plan Trabajar”.

Los capitales están desigualmente distribuidos, y a consecuencia de esa distribución existen dominantes y dominados.  ¿Qué cuestiones hay que tener en cuenta para analizar la distribución de los capitales? Obviamente una primera cuestión es si se poseen los capitales o no. Que no se posean capitales no quiere decir que se quede fuera de un campo, por ejemplo, en el campo de la religión católica los fieles no poseen el capital específico, no disponen de capacidad de producir capital “salvación de las almas”[14]. También es bastante obvio que afectará la posición la mayor o menor posesión del capital.  Pero no es tan evidente que el poder de administrar el bien puede ser definitorio.  En el capitalismo actual existen enormes empresas cuyos propietarios son miles de accionistas que, en realidad, no tienen control sobre el funcionamiento de las mismas.  Los gerentes, que sin embargo son asalariados –privilegiados, claro está- son quienes tienen el poder de administración de las empresas y determinan el destino de bienes que no son de su propiedad.  Desde la lógica interna del campo de la religión católica podemos considerar que quien posee el capital de salvación de las almas es Dios, sin embargo los fieles no obtienen de Dios la aseveración de que sus almas se salvarán luego de la muerte, esto lo hacen los miembros de la iglesia, que en esa lógica interna serían meros administradores del capital salvación de las almas.
La antigüedad en la posesión es también un factor importante, sobre todo cuando la pensamos en términos de trayectorias familiares y de capital familiar.  Sin embargo con la primacía del neoliberalismo basado en la especulación financiera y la informatización de la mayoría de las formas de producir bienes materiales y culturales, la antigüedad puede volverse en contra de quien la posee.  En las empresas transnacionales los gerentes que basaban sus disposiciones en la producción fueron, si no ajustaron su habitus, desplazados por gerentes muy jóvenes imbuidos en las normas de unas ganancias fundadas básicamente en la construcción de imagen y en la especulación.  Por supuesto, la posesión también está marcada por la legitimidad o ilegitimidad de su posesión, capital simbólico como reconocimiento y legitimación o como desconocimiento y deslegitimación son adjetivaciones definitorias de la posición.

Los campos.
En los campos, como podríamos haberlo hecho al referirnos a los capitales, podemos ver claramente por qué plantea Pierre Bourdieu que rompe con la lógica economicista del análisis de Marx, pero, al mismo tiempo, extiende esa lógica de análisis a innumerables actividades que suponen luchas por bienes que no son económicos, como ocurre en estos campos definidos por un capital específico en juego. Los campos pueden ser analizados como mercados de bienes en los cuales existe un proceso de producción (con propietarios, productores y administradores), distribución (con intermediarios, por lo tanto) y consumo (con demandantes), pero también con intermediarios encargados de consagrar la posesión legitima de los bienes.
Sí el espacio social general es un espacio social pluridimensional que contiene a los campos particulares, es una estructura no sólo de relaciones entre clases sociales, sino también, simultáneamente, una estructura de campos que ocupan posiciones en dicho espacio social general y se relacionan entre sí mediante relaciones de fuerza y de lucha.
El espacio social general y los campos como espacios en los que se compite por capitales específicos pueden ser considerados, plantea Bourdieu, como mercados que se constituyen alrededor del interés en esos capitales específicos.  Sí existen interesados en jugar el juego, pueden conformarse campos alrededor de capitales, que desde alguna posición puedan considerarse extravagantes, ridículos o ínfimos, lo cual constituye una práctica de distinción:  las miniaturas de metal de Warhammer y el juego de rol con ellas, los muñequitos de los chocolates Jack, las colecciones de figuritas antiguas,  las pinturas costosas en términos de capital económico o las pinturas valiosas en términos de capital estético pictórico, el bondage, el hard core, o el heavy metal de sword and sorcery, o el gusto por vinos tan caros que la mayoría de los mortales jamás llegaremos a conocer sus nombres.

Las relaciones entre las posiciones implican tanto colaboración, como competencias y luchas.  Si uno de los capitales es el que mayor peso tiene para el funcionamiento del campo, las luchas se desarrollarán -principalmente- alrededor del mantenimiento y acrecentamiento del mismo.  Afirman Mitnik y Olivera que “...al examinar un campo deben tenerse en cuenta a aquellos agentes que sin luchar directamente por el capital en juego [el capital de mayor peso en nuestra caracterización], forman parte de esa lucha como condición de la existencia misma del capital (…). Nos referimos a posiciones como la de los públicos lectores en el campo literario, los ciudadanos en el campo político u otras homólogas (…) la de los consumidores en el campo publicitario, los públicos específicos en el campo de la información. Por supuesto, estas posiciones en diferentes campos no remiten a sujetos diferentes sino a posiciones de sujeto diferentes, que por definirse relacionalmente son inseparables de la existencia misma de los campos en cuestión.” (Mitnik, P. y Olivera G., 1993: 24)”  En el campo de la religión Católica los fieles son el equivalente a los consumidores del mercado, demandan el capital salvación de las almas que no pueden producir y que los convierte en dominados respecto de los miembros de la iglesia que les pueden suministrar ese capital.  Pero, si no hubiera fieles demandando ese capital la iglesia Católica y el campo mismo no existirían.  Cuando se produce la reforma protestante se ponen en cuestión las normas mismas del juego en cuanto los protestantes plantean que nadie en la tierra, nadie de la iglesia, puede asegurar a los fieles que sus almas van a salvarse.
Aseveraba P. Bourdieu: “los agentes sociales no son «particulas» mecánicamente arrastradas y empujadas por fuerzas externas. Son más bien portadores de capital y, según su trayectoria y la posición que ocupan en el campo en virtud de su dotación de capital (volumen y estructura), propenden a orientarse activamente, ya sea hacia la conservación de la distribución del capital, ya sea hacia la subversión de dicha distribución. Desde luego, las cosas no son tan sencillas, pero pienso que se trata de una propuesta muy general que se aplica al espacio en su conjunto, aunque no implica que todos los poseedores de una cantidad reducida de capital sean forzosamente revolucionarios, ni que todos los poseedores de un gran capital sean automáticamente conservadores. (…) En efecto, creo que no existe ninguna ley transhistórica de las relaciones entre los campos. Desde luego, es difícil no admitir que, en la sociedades industriales, el campo económico ejerce efectos particularmente poderosos. (…) Las relaciones entre los campos (…) nunca se definen de una vez por todas, ni siquiera en las tendencias generales de su evolución. Y la mayor virtud de la noción es la de obligar a preguntarse, con respecto a cada campo, cuáles son sus límites, cómo se articula con otros campos. Esto no significa que nos encontremos en el vacío  teórico de un empirismo positivista. Disponemos de un sistema de preguntas que podemos formularle a la realidad” (1995:72/73)
   Entonces, los campos se definen como tales –aunque, en realidad, los construye el investigador en cuanto herramienta analítica- por la existencia de un capital específico y por la existencia de jugadores interesados en jugar un juego por ese capital particular.  Homólogamente al espacio social general, un campo supone dominantes y dominados, y la dominación se define en relación al capital en juego.  Como en el análisis del espacio social general, una vez que establecemos quiénes son los dominantes y quiénes los dominados, nos ocupamos de determinar cuál es la fracción dominante de la clase dominante (los poseedores de los medios de producción material en el espacio social general) y cuál es la fracción dominada de la clase dominante (los poseedores de los medios de producción de conocimiento en el espacio social general).  Podemos analizar como campos a la religión católica, al fútbol profesional, a la familia, etc.  Hagamos un ejercicio comenzando a construir el campo de la Universidad. Supongamos que en un primer momento, partiendo de la hipótesis de que el capital específico en juego es el conocimiento, consideramos que los alumnos son los dominados porque son los consumidores, son quienes demandan conocimientos y conocimientos para aprender a producir conocimientos (aunque en realidad esto suelen hacerlo, a veces, los estudiantes avanzados) y los docentes los dominantes porque son los que poseen los conocimientos y conocen la forma de producirlos, que es lo que demandan los estudiantes.  Sin embargo, apenas comenzamos a hipotetizar sobre las fracciones de la clase dominante los docentes pasan a ser D/d.  Esto debido a que los docentes, a pesar de tener en un alto grado de autonomía, no pueden enseñar lo que quieran y como quieran, dependen de una jerarquía que administra ese capital conocimiento y determina por ejemplo planes de estudios, materias y contenidos mínimos a que debe atenerse al desarrollar en la asignatura de la cual es profesor.  No podríamos nosotros si enseñamos Teorías Sociológicas o Sociología General dedicar un curso a explicar como fue cambiando el desarrollo de la historieta argentina de Sonaste Maneco a Historieta Reales, por más que el tema nos apasione.  En todo caso, como hemos hecho ahora y haremos luego, podemos introducirlo como un ejemplo, lateralmente.  Si recordamos el tema de las posibles alianzas de los D/d, ahora no nos resultará demasiado extraño que los docentes frecuentemente se alíen con los estudiantes en las luchas que se dan al interior del campo, aunque también suelen aliarse con las autoridades de turno, las dos posibilidades son lógicamente y empíricamente posibles. Podrían preguntarse, a modo de ejercicio, que significa en este campo que los estudiantes participen del gobierno universitario con voto.
Hemos visto cómo un concepto sign post, el de campo, nos resulta particularmente útil por su apertura y por su capacidad de funcionar como un instrumento heurístico (Bourdieu, P., 1988a: 49/50;  Mitnik, P. y Olivera, G., 1993: 21). 
   Lógicamente un mismo agente social, o un colectivo de agentes sociales, pueden ocupar, y de hecho ocupan, posiciones en una multiplicidad de campos. Un mismo agente social forma parte del espacio social general (lo ubicamos en una clase social), forma parte de una familia, de una empresa, de una asociación civil, quizás esté afiliado o sea militante de un partido político, puede ser creyente de una determinada religión, es consumidor de televisión, quizás de diarios y de libros, etc., etc.
   En algún momento los campos pueden solaparse, por ejemplo, el campo de la producción material y el campo del Estado.  Hay campos que están desde el inicio mismo solapados como el campo del trabajo social y el campo del Estado.  Cuando los campos se solapan la situación de lucha que se da entre ellos suele tornarse
particularmente álgida.  En el caso del solapamiento del campo del Estado y el campo del trabajo social, podemos suponer una tendencia a la dominación del campo mayor, el del Estado, sobre el campo del trabajo social, como asimismo una serie de relaciones muy complejas entre esos campos y entre los agentes concretos. Entre quienes ocupan posiciones en el campo del trabajo social, encontraríamos a un buen número que son empleados o funcionarios del Estado que les demanda unas actividades que suelen entrar en contradicción con las disposiciones que han interiorizado como trabajadores sociales al estudiar en la Universidad o en su práctica en campos no estatales (como en las ONGs). Bourdieu se refería a la situación de una categoría mucho más amplia de lo que denominamos corrientemente trabajadores sociales en sus relaciones con el estado neoliberal:  “(…) contradicciones que rayan el límite más extremo que experimentan actualmente todos los denominados “trabajadores sociales”: asistentes sociales, educadores, magistrado de base, así, como cada vez más, profesores y maestros.  Constituyen lo que llamo la mano izquierda del Estado, el conjunto de agentes de los ministerios llamados dispendiosos, que son la huella en el seno del Estado, de las luchas sociales del pasado, se enfrentan al Estado de la mano derecha, a los enarcas del Ministerio de hacienda, los bancos públicos o privados y los gabinetes ministeriales. Muchos de los movimientos sociales a los que ayudamos (y ayudaremos) expresan la rebelión de la pequeña nobleza de Estado contra la gran nobleza de Estado.”  Agrega enseguida, contestando a una pregunta sobre dichas “rebeliones”: “Creo que la mano izquierda del Estado tiene la sensación de que la mano derecha ya no sabe, o pero aún, no quiere realmente saber lo que hacer la mano izquierda. En cualquier caso ya no quiere pagar su costo.” (1999a: 12)
   Un campo mayor puede incluir subcampos o tener partes de sí dentro de campos distintos o estar compuesto por subcampos diferenciados.  Por ejemplo, en  Las reglas del arte, al analizar P. Bourdieu la constitución del campo literario como un campo con alto grado de autonomía relativa en la Francia del siglo pasado, considera el “campo de producción cultural” (que se inscribe en el “campo de poder y en el espacio social”) como integrado por dos subcampos el “subcampo de la producción restringida (arte por el arte)” y el “subcampo de gran producción”. (1995: 189)
   Este análisis es posible porque se trata de matrices teóricas construidas para visualizar aspectos particulares del espacio social global. “...si bien los campos designan conjuntos de existentes empíricos, aquello que consideramos como un campo es el producto de una decisión teórica y metodológica que dependerá de los criterios que utilicemos en la delimitación de la esfera social, de los agentes y de los capitales en juego.  No cualquier conjunto de instituciones, posiciones y actividades constituye un campo, pero diferentes focalizaciones pueden construir distintos campos o subcampos, aún compartiendo parcial o totalmente el enfoque empírico de referencia.  La posibilidad de concebir un recorte empírico como campo sólo depende de la productividad teórica que esa construcción demuestra.  En otras palabras, los campos existen, pero su modo de existencia es el propio de cualquier objeto construido por una teoría;  es el punto de vista el que crea el campo y no a la inversa.” (Mitnik, P. y Olivera, G., 1993: 26)
El campo posee mecanismos y agentes propios de legitimación, en cuanto tiene autonomía, y puntos nodales de referencia de legitimación, respecto de las actuaciones consideradas más valiosas en relación a la actividad que lo articula.  Más en ocasiones esos mecanismos de legitimación pueden provenir de otros campos, lo cual significará movimientos de cambios, de reacomodamientos, de las relaciones entre los campos intervinientes, como de las relaciones de dominación entre campos.  Como señala Bourdieu, en la sociedad actual el campo económico tiende a imponer su lógica al resto de los campos y ello es particularmente notorio a partir del modelo neoliberal.   Entonces, si bien los campos tienden a tener autonomía relativa -siendo sobredeterminados por las articulaciones con el espacio social general (Mitnik, P. y Olivera, G., 1993: 24)-, ese grado de autonomía tiene grados variables.
Así, un campo tiene mayor autonomía respecto de otros campos no sólo por poseer un capital específico, sino también por el hecho de que los mecanismos encargados de otorgar reconocimiento -capital simbólico- pertenecen al propio campo y no son externos al mismo, como pueden serlo las empresas o el mercado supuestamente libre.  Señala Bourdieu que “la dominación directa o indirecta de la lógica comercial tiende a amenazar la autonomía de los diferentes campos de la producción cultural al reforzar, dentro de cada uno de ellos, a los agentes o las empresas más proclives a ceder ante el hechizo de los beneficios «externos» porque disponen de menos capital específico (científico, literario, etc.) y están menos seguros de los beneficios específicos que el campo les garantiza de inmediato o en un plazo más o menos lejano.” (1997: 112)
Si se siguen ortodoxamente algunos planteos de Bourdieu, a veces se debe forzar el análisis para determinar la especificidad de capital. En cambio, nos parece indispensable considerar la “actividad” fundamental que articula la participación de los agentes que ocupan diversas posiciones en el campo y de la cual dependen los intereses de dichos agentes, aún sin haber determinado el capital específico en juego. Lo cual no quiere decir que no sea crucial bucear acerca de cuáles son los capital/es que mayores poderes otorgan en un campo, pero cuando estamos haciendo una indagación empírica suele llevar un tiempo, un trabajo previo, lograr determinar los capitales específicos, generalmente comenzamos trabajando con hipótesis de trabajo o aún sin ellas.
Ilussio y libido socializada.
Todos aquellos que juegan el juego en un campo están interesados en jugar ese juego. Bourdieu llama illusio a ese interés específico ligado a un campo particular, y esa illusio es el resultado de la libido biológica socializada.  Todos cargamos con pulsiones biológicas que están fuertemente atadas al deseo sexual, y esa libido es desviada al precio de un trabajo de socialización hacia el interés en múltiples bienes, incluidos algunos que desde la situación socio-histórica actual podemos considerar más o menos extravagantes (ya hemos dado ejemplos de qué cuestiones pueden constituir un campo). Incluso esa libido puede ser desviada a un punto tal que se anulen impulsos sexuales biológicos: es el caso de los campos que valoran el celibato y obligan a él a algunos de sus miembros (más allá de que algunos se desajusten y den lugar a las llamadas perversiones[15]).
Otra cuestión que hay que retener es que todo agente social, en cuanto se involucra en un campo juega un juego interesado, a tal punto que del desinterés no existe como tal porque el desinterés también brinda interés, reditúa en unos bienes extras.  Podríamos pensar en la Madre Teresa como prototipo de una persona desinteresada que entregó su vida al servicio de los pobres; sin embargo ese desinterés le brindó el interés de ser reconocida y legitimada a nivel mundial, a tal punto que reyes, presidentes, ricos y poderosos de toda calaña disputaron a los pobres un lugar en su velatorio.  Un estudiante de cualquier carrera puede afirmar, y ser sincero, que sus motivos para estudiar son absolutamente desinteresados, que lo motiva el conocimiento mismo (lo cual en algunos campos da réditos) o el deseo de ayudar a los pobres. Y sin embargo, si está cursando  una carrera universitaria  podemos calificarlo como un capitalista interesado en acumular capital simbólico, corriendo una Carrera por acumular ese capital al aprobar cada materia y al obtener el título.

Ejemplo de campo: la historieta realista argentina.
 Presentamos a continuación, sintéticamente, un caso de construcción y análisis de un campo, el de la historieta realista argentina, que realizamos dentro de un proyecto de investigación en la Universidad Nacional de Córdoba.[16] En el mismo adelantamos análisis que corresponden al tema de ajustes y desajustes de las disposiciones de los agentes sociales.
Alrededor de la historieta, en relación a una demanda concreta o potencial de concretos o potenciales lectores, los productores culturales reales (guionista, dibujante) a través de los editores ofertan un producto. Es poco frecuente, en los últimos años, que la editorial considerada como productora sea la propietaria de los medios de producción material de la mercancía cultural (Editorial Columba habría sido el último caso).  Históricamente el momento de la producción suponía un editor propietario de los medios de producción culturales que empleaba a los productores culturales reales (asalariados).  Esto se ha modificado. Particularmente desde mediados de los noventa aparecen los autoeditores, fusionándose las posiciones de editor y productor cultural real.  Coincide este momento con la crisis y desaparición de las grandes editoriales industriales y comerciales nacionales.  El lector sobreviviente o el nuevo consumen básicamente ediciones locales e importadas de manga japonés[17] y comics books de superhéroes norteamericanos.  La proliferación de tiendas de historietas, denominadas comiquerías, así como el cambio en el uso  del término tradicional “historietas” por global de comics, son parte de un giro significativo donde, más allá de las apuesta e intentos de cambiar el juego que se juega en el campo por parte de los independientes, es el campo económico y las empresas transnacionales quienes se convierten en dominantes en el campo directa o indirectamente.
Si hasta mediados de los noventa eran raras las pertenencias sindicales de guionistas y dibujanteS, en la última mitad de esa década los autoeditares  organizan la Asociación de Historietistas Independientes (AHI), una experiencia inédita que logra un avance positivo en la distribución y logra lectores. Pero la crisis 2001/2002 y las diferencias internas borran casi todos sus logros y desarticula el avance organizacional logrado. 
Repasemos más en detalle los cambios en el campo de las últimas décadas.  Los ochenta, vuelta a la democracia y primavera de los fanzines, fue un momento de recuperación en el campo.  Por un lado, cierta renovación en la revista Humor Registrado y luego en Superhumor Registrado, hasta la revista Fierro que se dedicó a publicar creadores ya consagrados, a crear un espacio –el subtemento[18] Oxido- para los nuevos creadores, incluyendo los experimentales, y a difundir parte de las historietas europeas  prohibidas  durante la dictadura. Creadores surgidos durante los años de represión editaron una multitud de revistas y fanzines en todo el país, pero la mayoría desaparecieron con la hiperinflación de 1989.
En el subcampo de los editores, industria cultural, lógica dentro de la cual nació la historieta, se produjo un desajuste de las que habían sido las principales editoriales y su posterior cierre.  Esto ocurrío en el marco de la profundización del neoliberalismo globalizante y excluyente;  tres factores importantes, aunque no los únicos influyeron en el desajuste: a) La perdida de poder adquisitivo, o directamente del trabajo, en los sectores populares y medios que fueron los lectores de las publicaciones de Editorial Columba y que debieron eliminar el consumo de revistas de historietas de sus presupuestos; b) El ingreso, a partir de la paridad del peso con el dólar y la modificación de políticas aduaneras, de revistas importadas, comercializadas a través de las comiquerías, con las que las publicaciones nacionales debieron competir en una relación desigual y c) Modificaciones en los gustos de los nuevos lectores relacionados con la extensión global de la oferta de las transnacionales del entretenimiento, con las propias modificaciones estéticas y narrativas de la historieta y la extensión de la televisión por cable.
Los habitus y el sentido práctico de los editores funcionaron a destiempo respecto de las nuevas condiciones objetivas y se acentúo la escasa autonomía del campo de la historieta realista respecto del campo económico. La imposibilidad de resolver este desajuste es condición de la explicación del cierre de Columba (editora de El Tony, D’artagnan, Fantasía, Intervalo, etc.), La Urraca (Fierro), Record (Skorpio y otras) y El Globo (Las puertitas).
La desaparición de la tradicional industria editorial argentina de historietas es, sin embargo, parte significativa de las condiciones de posibilidad de autoediciones independientes y de una distribución alternativa. Aunque la mayoría de los creadores profesionales pasaron a trabajar para el mercado global.  Internet facilitó el trabajo a distancia para el exterior, que creció con la caída del cambio uno a uno con el dólar.
Las autoediciones independientes crecieron al mismo tiempo que iba desapareciendo la industria editorial tradicional, la significación del capital económico fue parcialmente reemplazada por la valoración de un capital estético y expresivo. Este criterio de consagración, de constitución de capital simbólico para los creadores y autoeditores, va a producir tensiones entre los miembros de grupos de creadores que se autoeditan, en cuanto parte de quienes editan no profesionalmente en espacios alternativos se plantean vivir de su creación. 
Se verifica que a menor importancia del capital económico mayor autonomía del campo de la historieta realista y menores restricciones para la creación de los productores culturales reales, como también que a mayor importancia del campo económico menor autonomía.  Sin embargo también habría que pensar, como lo plantea Bourdieu, que para los nuevos ingresados al campo el defender la historieta no comercial, el fanzine, la autoedición, la distribución alternativa, frecuentemente hecha mano a mano, no es más que la necesidad convertida en virtud, o sea que consideran valioso lo único que las condiciones del campo les permite hacer.
Si bien los campos, por definición, tienden a tener autonomía relativa, la misma tiene grados variables.  Un período de alta autonomía, corresponde al auge de las autoediciones desde mediados de los noventa hasta la crisis del 2001; la crisis de la autoedición sigue a la de la producción industrial, pero sin embargo la autoedición –sin estructuras complejas, o directamente sin ninguna estructura material especial-, se recuperó con cierta rapidez y volvió a ser activa desde el 2003. 
Con las autoediciones,  los mecanismos de consagración se desplazan, entonces, de las cifras de ventas masivas a las consideraciones estético narrativas. La mayor autonomía del campo permite una eclosión creativa,  que era restringida por las pautas de las editoriales de la industria cultural favoreciendo una renovación.  Pero, la desaparición de la publicación como industria, la  desaparición de los lectores de sectores populares, como la autoedición, y la aparición de “tribus” que se aglutinan alrededor del comic, implica que los editores y lectores se conviertan en  grupos reducidos de escasa visibilidad pública.
La apertura de la importación incidió en la proliferación de comiquerías que solo lateralmente ofrecieron espacios de distribución a las autoediciones nacionales; aquellas casi desaparecen con las crisis 2001/2002, pero desde el 2004 reaparecen.  El kiosco, espacio en el que tradicionalmente se distribuyeron y vendieron las historietas masivas, dejó de ser una alternativa ante la reducción de las tiradas. Lo reemplazaron las comiquerías y la venta en encuentros –eventos- de autoeditores.  También se produce una modesta reactivación de la edición local de comics extranjeros, de libros de manga que antes se importaban de España, como también reediciones y sketchs books de autores argentinos y algún escaso material nuevo. En un intento de ediciones distribuidas en kioscos, editorial Perfil tuvo, a fines del 2004 y comienzos del 2005, un fracaso estrepitoso que indicó un desconocimiento total de las nuevas condiciones objetivas del campo, con el lanzamiento simultaneo de cinco revistas de historietas de bajo costo y, en general, baja calidad, pronto discontinuadas.
En conclusión, en nuestro país, en el campo de la historieta realista desaparecieron la actividad industrial tradicional, las ediciones masivas y los lectores de las clases populares.  Desde el 2004 se está pasando a los formatos más costosos en álbum, revista de lujo o libro, con distribución en comiquerías y en algunas librerías, con destino a un grupo comparativamente reducido de lectores. De tiradas de hasta cuatrocientos mil ejemplares semanales -en los cuarenta y cincuenta- se pasó a mil, dos mil o tres mil ejemplares de irregular temporalidad. En el siguiente cuadro graficamos el campo:














GRAFICO CAMPO HISTORIETA REALISTA ARGENTINA
  producción                    productores culturales reales



                                       guionistas           dibujantes
           editos
           editos esp. alternativos 
                      inéditos                           editor           autoedición
    
                  ASOCIACIONES                                              
                                                                                                          impresor
                                                                
                                        soporte digital                          soporte papel
 

                                             internet  (web master)                  diario
                                                                                                  revista
                                             cd rom                                          álbum
                                                                                                  libro
                                                                                                  fotocopia/mimeo
 
 circulación                                             distribuidor                 autodistribución
                  
                                                                             vendedores         quiosco
                  revistas especializadas
                  críticas otros medios                                                   comiquería
                  libros sobre historietas
                                                                                                       librería
                
                   eventos, sitios intercambio                                                                          
                                                                                               espacios alternativos
           
          agentes y mecanismos de consagración

                                      
  consumo                    ­­­­­                   aficionados         “fans”
                             receptores (compradores, público,
                             lectores, consumidores)
  EL HABITUS.

“Hoy dejaré las puertas y las ventanas de mi casa abiertas. Para siempre.” (Alfredo Zitarrosa “Guitarra Negra”)

El concepto de habitus no supone exclusivamente disposiciones reproductivistas, no dispuestas al cambio. En contra las lecturas “reproductivistas” de su teoría Bourdieu planteó:  “ …lo paradójico es que la mayoría de los comentaristas ignoran por completo la diferencia principal entre mi empleo de esta noción [habitus] y todos los demás usos anteriores –utilicé la palabra habitus también y, sobre todo, para evitar el vocablo costumbre-, a saber, la capacidad generadora, por no decir creadora, que figura en el sistema de disposiciones como un arte –en el sentido fuerte de maestría práctica-, y en particular, ars inveniendi. En resumidas cuentas, ellos elaboran una representación mecanicista de un concepto construido contra el mecanicismo.” (Bourdieu y Wacquant, 1996: 84)
Morley señala que la noción de habitus de Bourdieu “permite aprehender la articulación de las dos dimensiones de estructura y acción” (1996: 39).  Cómo explicamos en el cuadro introductorio, las disposiciones que implica el habitus orientan las prácticas sociales, a través de la lógica del sentido práctico, afectando esas prácticas a las estructuras objetivas mismas y reconstituyéndolas.  Las disposiciones adquiridas tempranamente son durables, a la vez cerradas y abiertas, y en cierto sentido irreversibles, porque las mismas permanecen toda la vida, no porque no puedan ser modificadas, sino porque aún en ese caso las modificaciones se definen en relación a lo que se deja de ser.  Sí soy alguien que tempranamente adquirió disposiciones para chacarero, aunque luego me convierta en docente universitario y adquiera las disposiciones correspondientes, sigo siendo chacarero en las disposiciones que conservo y reconvierto a veces y en las que he tenido que modificar en contra de aquellas.
El habitus ejerce un efecto de cierre en cuanto permite que adquiramos las disposiciones que tienden a lograr que nos adaptemos a las posiciones objetivas sin necesidad de reflexión ni de cálculo. Está, al mismo tiempo, abierto, ante  las situaciones que se le van presentando a los agentes y la necesidad de que tomen decisiones, a la construcción, a la invención, a la adaptación, etc.

El sentido práctico como lógica de funcionamiento del habitus.
El habitus funciona con una lógica que Bourdieu llama del “sentido práctico”.  El habitus nos da una orientación, una disposición a movernos de acuerdo a nuestras posiciones, pero esa orientación es sólo aproximativa, es ambigua y es abierta, y no podría ser de otra manera porque no puede determinar qué tenemos que hacer ante cada una de las casi infinitas situaciones que se nos presenten en el futuro.  Ante estas situaciones, el habitus nos permite decidir de acuerdo a ese sentido práctico, pero no marca taxativamente cómo debemos decidir.  Incluso está abierta la posibilidad de que decidamos en contra de los que a primera vista parecerían ser nuestros intereses. Por esto el planteo de Bourdieu es estructural-constructivista.  De parte de las estructuras objetivas externas, que preexisten a nuestra existencia individual, hay condicionamientos pero no determinaciones, ya que somos nosotros mismos con nuestras decisiones los que permanentemente estamos construyendo las estructuras internas. Por eso nos referimos al habitus no sólo como una estructura estructurada, a partir de la trayectoria en las posiciones, sino también como una estructura estructurante de esas propias posiciones y de las estructuras objetivas.  Puede que se produzcan cambios apenas perceptibles, como en una sociedad tradicional que presenta una estructura menos permeable a la innovación y apunta a que todo se haga según se hizo antes, según lo hicieron lo mayores.  Pueden producirse cambios más o menos significativos, más o menos relevantes, individuales o grupales.  De cualquier manera un cambio estructural, un cambio en la definición de los capitales que se juegan en el espacio general, supone acción colectiva y lo que Bourdieu llama luchas simbólicas que permitan construir una visión del mundo alternativa a la dominante y construir identidades coherentes con esa nueva visión del mundo.
Los agentes que ocupan posiciones en el espacio social general y en diversos campos poseen, entonces, habitus que ponen en acción un sentido práctico que tiende a estar ajustado a las exigencias de la posición que ocupan. El ajuste a las exigencias de las posiciones es predominantemente irreflexivo, pero también puede ser reflexivo o parcialmente reflexivo. 

La distinción, el gusto y los estilos de vida.
                         “«¡Qué sencillo es! Nadie diría que es Barón», dijeron algunos asiduos de la casa cuando salió monsieur de Charlus…” Proust, Marcel (2000) En Búsqueda del tiempo perdido. 7. El tiempo recobrado. Biblioteca Proust. Alianza Editorial. Madrid. Pág. 167.
         Al referirnos a los cambios estructurales volveremos sobre las luchas simbólicas, pero entonces lo haremos en relación a cómo ellas son parte de los procesos de modificación de las estructuras sociales macro, del espacio social general. En otras situaciones las relaciones simbólicas funcionan expresando distinciones que reduplican simbólicamente las diferencias de clase y que incluyen las estrategias de condescendencia que ejemplifica la cita de M. Proust.  Estrategias que si bien parecen orientadas a establecer una igualdad entre los distintos, no hace más que reforzar la posición dominante del dominante.  No es que el Barón se iguale a los dominados al ser humilde, agrega a las diferencias existentes la simbólica.  Los dominados siguen siendo dominados y además reconocen la simpleza del Barón, reduplicando la distancia simbólica entre ambos. En esta distinción son claves el gusto y los estilos de vida.
        Las condiciones objetivas de existencia, la posición de clase y por lo tanto la posición en el espacio social general, condicionan los habitus.  “…el habitus es a la vez, en efecto, el principio generador de prácticas objetivamente enclasables y el sistema de enclavamiento (principium divisiones) de esas prácticas. Es en la relación de esas dos capacidades que definen el habitus –la capacidad de producir unas prácticas y unas obras enclasables y la capacidad de diferenciar y de apreciar estas prácticas y estos productos (gusto)- donde se constituye el mundo social representado, esto es, el espacio de los estilos de vida.” (1988b: 170/1)
   Quienes pertenecen a la misma clase social ocupan posiciones similares y por ello tienden a tener disposiciones similares y tienden a realizar prácticas sociales semejantes.  Pero, el habitus también permite apreciar esas prácticas sociales y ubicarlas como de una clase social desde la perspectiva de otra clase social.  Así unas prácticas como los signos distintivos que conforman los estilos de vida funcionan como prácticas enclasadas (dentro de una clase, desde la posición de una clase) y enclasantes (en cuanto son apreciadas como de una clase a partir de sistemas de percepción y de apreciación, el gusto).  El gusto por ciertas producciones artísticas, por ciertas comidas, etc. expresa la posición de los dominantes y las posibilidades de los dominados.  En los dominados la necesidad se convierte en virtud, gustan de aquello que en realidad es lo que corresponden a sus posiciones de dominados.  “La necesidad –afirma Bourdieu- impone un gusto de necesidad que implica una forma de adaptación a la necesidad y, con ello, de aceptación de lo necesario, de resignación a lo inevitable, disposición profunda que de ninguna manera es incompatible con una intención revolucionaria, aún cuando siempre confiere a ésta una modalidad que no es la de la rebeliones intelectuales o de artistas. La clase social no se define sólo por una posición en las relaciones de producción, sino también por el habitus de clase que «normalmente» (es decir, con una fuerte probabilidad estadística) se encuentra asociado a esta posición.” (Ibid: 379)  Las elecciones, que en conjunto van a constituir un estilo de vida, de las clases populares tiende a ajustarse a lo que les resulta posible y a las inversiones “razonables” a su condición: “Las prácticas populares tienen como principio la elección de lo necesario («esto no es para nosotros»), en el sentido, al mismo tiempo, de lo que es técnicamente necesario, «práctico» (…), es decir, necesario para ser «como hay que ser, sin más», y de lo que viene impuesto por una necesidad económica y social que condena a la gente «sencilla» y «modesta» a unos gustos «sencillos» y «modestos». El ajuste de las posibilidades objetivas, que está inscripto en las disposiciones constitutivas del habitus, se encuentra en la base de todas las elecciones realistas que, fundadas en la renuncia a unos beneficios simbólicos de cualquier manera inaccesibles, reducen las prácticas o los objetos a su función técnica –corte de pelo «aseado», «vestido completamente sencillo», «muebles fuertes», etc.-” (Ibid: 386)
   Recordemos el caso de los autoeditores independientes en el campo de la historieta realista. En definitiva son los gustos y los estilos de vida formas de dominación, en las cuales la dominación se reduplica simbólicamente. Un docente universitario que conocemos afirma que su Gacel Volkswagen modelo 91 es el mejor auto que hay, y que no piensa cambiarlo por uno más nuevo.  “Tiene un gran motor, fuerte, con nulos componentes digitales, y por lo tanto en cuanto predomina lo mecánico es más fácil y más barato de arreglar”, afirma con tono convincente. El auto está lleno de abollones y asegura que no piensa arreglarlos porque así no se lo van a robar.  El paragolpes está atado con alambres y afirma que así es mejor, porque los otros autos piensan –abollones y paragolpes precariamente sostenido- que el conductor debe ser un peligro y le ceden el paso.  En realidad, este docente está convirtiendo la necesidad en virtud: no va a cambiar su Gacel 91 porque su sueldo no le alcanza para hacerlo y tampoco le alcanza para arreglar los abollones o cambiar el paragolpes.
        Pero, considera Bourdieu, no todo es interiorización de la dominación y existen formas de defensa contra esas condiciones:  “Existe (…) todo lo que pertenece al orden del arte de vivir, una sabiduría adquirida a prueba de necesidad, de sufrimiento, de humillación, y depositada en un lenguaje heredado, expresión de sí mismo y de la solidaridad práctica con los otros (evocado por el adjetivo bon vivant en el que se reconocen las clases populares), en resumen, todo lo que se engendra en el hedonismo realista (y no resignado) y en el materialismo escéptico (pero no cínico) que constituyen a la vez una forma de adaptación a las condiciones de existencia y una defensa contra esas condiciones.(…)” (1988b: 398)

Ajustes y desajustes de los habitus y de las prácticas sociales: el efecto Don Quijote.

                       “En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. (…)  Es, pues, de saber, que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso –que eran los más del año- se daba a leer libros de caballería con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza y aún la administración de su hacienda; y llegó a tanto su desatino y curiosidad en esto, que vendió muchas hanegas de tierra de sembradura para comprar libros de caballería… (…)  En resolución, él se enfrasco tanto en su lectura, que se pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer se le secó el celebro, de manera que vino a perder el juicio.  Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos como pendencias, batallas, desafíos, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles; y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas soñadas invenciones que leía, que para él no había otra historia más cierta en el mundo. (…)  En efecto, rematado ya su juicio, vino a dar en más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y fue que le pareció conveniente y necesario, así para el aumento de su honra como para el servicio de su república, hacerse caballero andante, y irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar las aventuras y a ejercitarse en todo aquello que él había leído que los caballeros andantes se ejercitaban, deshaciendo todo género de agravio, y poniéndose en ocasiones y peligros, donde acabándolos, cobrarse eterno nombre y fama.”
                             El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra.
                                     
                         CONDICIONES OBJETIVAS
           DE ADQUISICION                      DE APLICACIÓN
           DE LAS DISPOSICIONES            DE LAS DISPOSICIONES




 
         SI NO VARIAN                                     SI VARIAN
        SIGNIFICATIVAMENTE:             SIGNIFICATIVAMENTE:
        TENDENCIA AL AJUSTE             POSIBILIDAD DEL DESAJUSTE

   ¿Qué ocurrió con el celebre hidalgo don Quijote de la Mancha? No variaron las condiciones objetivas en que había adquirido sus  disposiciones iniciales, pero tanto leer novelas de caballerías que daban una versión fantástica de una supuesta época anterior -ya no existían caballeros andantes cuando Don Quijote hacía sus lecturas, y menos habían existido las descabelladas aventuras que leía en sus libros- que variaron sus disposiciones sin que variaran significativamente las condiciones objetivas. No variaron, entonces, objetivamente las condiciones en que había adquirido sus disposiciones, pero si variaron para él porque pasó a considerar como reales las condiciones de las novelas que leía y reajustó sus habitus previos a esas condiciones sólo existentes en las novelas.  Su reajuste lo convirtió en un desajustado, particularmente cuando salió con su fiel escudero a desfacer entuertos en condiciones objetivas que no se correspondían con las que él suponía reales y entonces comenzó a ver la realidad de acuerdo a sus particulares disposiciones y a su particular suposición de las condiciones objetivas, basadas en las historias fantásticas que leyera. Así confunde los molinos de viento con gigantes:
                                                    “En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:
                             - La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer, qué esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
                             - ¿Qué gigantes? –dijo Sancho Panza.
                             - Aquellos que allí ves –respondió su amo- de los brazos largos que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
                            - Mire vuestra merced –respondió Sancho- que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ello parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
                             - Bien parece –respondió don Quijote- que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, quitaté de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.
                             Y diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que, sin duda alguna, era molinos de viento y no gigantes. Pero él iba tan puesto que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho, ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran…” (Ibid)
   De esta historia toma Bourdieu la forma de designar a los casos de desajuste de las disposiciones y las prácticas: efecto Don Quijote.  Los agentes sociales adquieren sus disposiciones –su habitus- en cierto estado objetivo del espacio social general o de los campos, en un momento socio histórico concreto, lo cual va a resultar en la tendencia a que los agentes adapten, sin necesidad de proponérselo, sus prácticas a dichas condiciones objetivas de producción de las disposiciones, por lo tanto en una tendencia a la reproducción. Si esas disposiciones son aplicadas en un estado objetivo del campo que no ha sufrido cambios significativos respecto del momento de adquisición de las disposiciones, tenderá a existir un ajuste, una coincidencia, entre el campo, por ejemplo, y dichas disposiciones. Pero, si se produce un cambio importante de la situación objetiva y el agente social  persiste sin embargo en aplicar las disposiciones, que se corresponden a la anterior situación objetiva del campo, se producirá un desajuste, dado que sus prácticas serán extemporáneas respecto de la nueva situación. Entonces, en cuanto las condiciones subjetivas no coincidan con las condiciones objetivas, puede, pero solo puede, producirse el desajuste, el “efecto Don Quijote”. De modo que las prácticas de los agentes sociales pueden tornarse “inadecuadas”, “desubicadas”, “atrasadas”, “fuera de tiempo”, “desactualizadas”, en definitiva, desajustadas.
  El desajuste es un tema central para entender muchas de las situaciones que se presentan a los agentes sociales en Argentina en los últimos treinta años, primero con la imposición de la dictadura de una lógica de la especulación financiera que pasa a ser más productiva que la lógica, interiorizada en disposiciones, orientada a la producción industrial o agro-ganadera.  Luego producen desajustes los bruscos cambios, por ejemplo, del periodo menemista con el consenso al modelo neoliberal globalizante y su posterior fracaso, a partir de la recesión y la posterior crisis.  El nuevo modelo excluyente, que incluye la informatización de la mayoría de las actividades productivas, convierte en desajustadas las competencias y los capitales laborales de muchos argentinos, que pasan a ser desocupados o desocupados estructurales.  El desajuste y el sufrimiento que el mismo acompaña es una constante de la historia argentina reciente y los planteos de Bourdieu brindan algunos elementos para tratar de comprenderlos y modificarlos.  Los productores e industriales que cuando lo que daba resultados era la especulación apostaron a continuar produciendo, como su habitus orientaba, perdieron sus tierras o quebraron mayoritariamente.  Cientos de obreros que no pudieron interiorizar las nuevas competencias laborales que la informatización de la producción exigía también quedaron sin trabajos.
   ¿Qué posibles resoluciones se presentan ante el desajuste de las disposiciones y prácticas de los agentes sociales?
   - Los agentes pueden ir ajustándose progresivamente a los cambios cuando los cambios son progresivos, o cuando son rápidos al costo de difíciles reconversiones.
   - El reajuste puede quedar librado a las decisiones y capacidades de los agentes individuales, o puede ser colectivo.  Si, por ejemplo en Argentina, salvo casos excepcionales, se dejó librada a la iniciativa individual el ajuste de las competencias laborales demandadas por la informatización, en otros países ese ajuste fue encarado colectivamente, e incluso en algunos países sindicatos, empresas y gobiernos trabajaron previamente a la introducción de las nuevas tecnologías para prever y evitar el desajuste.
   - Puede producirse una discontinuidad del desajuste acompañada generalmente por un sufrimiento, dado el dislocamiento que sufren las identidades.
    - Ante la continuidad del desajuste algunos agentes pueden responder con una rebeldía individual e inorgánica, o navegar en los márgenes ya sea a través de la delincuencia, que permite acceder por vías no legitimadas a lo que el sistema enseña a desear, o convirtiéndose en linyeras o mendigos.
   - Pero, también puede que colectivamente se plantee que el problema no son los desajustados, sino las injustas condiciones objetivas que han llevado a esas situaciones, y se organicen para modificar las condiciones objetivas.  En ciertas situaciones, más allá de la intención reflexiva colectiva de modificar las condiciones objetivas, las prácticas de los agentes sociales para sobrevivir pueden llevar a cambios de dichas condiciones como consecuencias no planeadas.  En el año 2002 el 10% de los movimientos económicos argentinos se realizaron a través de las llamadas economías solidarias, clubes del trueque, comedores, huertas, etc.   Si bien el cambio no afectó la estructura ni duró en el tiempo fue un hecho significativo de modificación temporaria de las condiciones objetivas que la economía tomará carriles como esos, impensados en pleno auge del menemismo.  Entonces, puede que la búsqueda de la supervivencia lleve a cambios parciales, pero también puede que las luchas orgánicas lleven a modificar las condiciones estructurales, al cambio estructural. ¿Qué sería de una nación que basara su desarrollo en economías solidarias, sin llegar a plantearse ni el socialismo ni el comunismo, y no especulativas o competitivas, como las del capitalismo?

Cambio social estructural y luchas simbólicas.
   Seguramente estos son temas que ameritarían un tratamiento particular y más extenso, pero lo limitamos en relación a los objetivos introductorios de este texto.
   No hay un texto en particular en el cual exponga Bourdieu sistemáticamente el cambio social estructural; como la mayoría de sus conceptos, está desperdigados en una serie de textos y debemos ligarlos.  Esto se debe no a una incoherencia de Bourdieu, sino a su planteo de que la teoría se debe ir desarrollando desde y junto a la investigación empírica, y no como unas teorías abstractas al margen de la empiría.
  ¿Cuándo podríamos hablar de un cambio social estructural?  Cuando cambian los capitales en juego en el espacio social general, por lo tanto los capitales que definen las clases sociales.  Por ejemplo, si el capital religioso desplaza al capital económico como el más importante (Afganistán al imponerse los talibanes), o cuando el capital económico desplaza al religioso (Afganistán después de la invasión norteamericana).  Pero, también consideramos que existe un cambio estructural cuando, sin cambiar los capitales en juego en el espacio general, cambia el sistema de propiedad de los mismos.  Así en el paso del capitalismo a los socialismos reales el capital económico siguió siendo central, aunque ahora de propiedad estatal, y en todo caso el capital político desplazó en buena medida al capital conocimiento.
  En el planteo de Bourdieu un cambio social estructural no sólo se produce solamente porque cambien los capitales en juego, o la propiedad de los medios de producción: es indispensable también que se modifiquen los habitus. Por tanto, no sólo las estructuras externas, sino también las internas.  En este punto son claves las luchas simbólicas, pero antes de detenernos en ellas revisemos algunas situaciones que pueden ser punto de partida del cambio social estructural, junto con las luchas simbólicas encabezadas inicialmente por los intelectuales.
Una de las posibles circunstancias que favorecen al cambio estructural es el desacuerdo colectivo con las nuevas condiciones objetivas, aunque evidentemente ello se relaciona con el desenganche brusco de las oportunidades objetivas y las esperanzas subjetivas. Al respecto plantea Bourdieu:  “Una vez establecida la lógica de los procesos competitivos (o de desbandada) que condenan a cada agente a reaccionar de forma aislada ante el efecto de las innumerables reacciones de los otros agente, o con mayor exactitud, al resultado de la agregación estadística de sus acciones aisladas, y que reducen a la clase al estado de masa dominada por su propio número y por su propia masa, se está en condiciones de plantear la cuestión, muy debatida entre los historiadores de este momento, de las condiciones (crisis económicas, crisis económica que sobreviene después de un período de expansión, etc.) en las cuales viene a interrumpirse la dialéctica de las oportunidades objetivas y de las esperanzas subjetivas que se reproducen mutuamente: todo permite suponer que un brusco desenganche de las oportunidades objetivas puede determinar una ruptura de la adhesión que las clases dominadas, objetiva y subjetivamente excluidas de la carrera de repente, otorgan a los objetivos dominantes hasta ese momento tácitamente aceptados, y puede también hacer posible por ello un verdadero vuelco de la tabla de valores.” (1988b: 165)  Claro que es inverosímil que esto concluya con un cambio de las estructuras si esas clases no han llegado a organizarse previamente y a estar listas para la toma del poder, luego de haberse convertido en hegemónicas, teniendo en cuenta los planteos de Antonio Gramsci respecto de las causas de la crisis orgánica del Bloque Histórico y la posibilidad de la construcción de un nuevo bloque histórico (von Sprecher (coord.) 2005).  De cualquier manera, esta cuestión aparece planteada de otra forma cuando Bourdieu considera las luchas simbólicas en el proceso de transformación.  En estas luchas simbólicas puede que aparezcan intelectuales de la clase dominante, dominantes/dominados –esto ya lo planteaba Weber-, que por su homología objetiva con los dominados/dominados, se puedan aliar con estos y convertirse en sus voceros.  Estos voceros que podrían estar expresando el potencial liberador de la ideología del que habla Bourdieu[19], son claves en las luchas simbólicas y en la producción y difusión de una visión del mundo alternativa a la visión dominante (los filósofos, educadores, divulgadores, etc., en la teoría de Gramsci).  La construcción por parte de los intelectuales de una visión del mundo alternativa, es condición de un cambio social que supone también una subversión del conocimiento.  Pero las luchas simbólicas, para que puedan efectivamente contribuir al cambio estructural, suponen que a partir de esos voceros, que desplazan sus capitales a favor de los dominados encerrados en una especie de circulo vicioso por la interiorización de su dominación, se produzcan también empresas de organización, empresas de movilización, empresas de institucionalización y empresas de constitución de identidades colectivas.  Estas últimas son las que permitirían la ruptura con las representaciones de la visión del mundo dominante y la subversión del habitus, como condición y parte del cambio estructural.

BREVES DATOS BIOGRAFICOS.

               Luego de su reciente muerte, se ha publicado en Francia el libro Esquisse pour un auto-analyse (Raison d’agir, 2004) de Pierre Bourdieu, algo así como Bocetos para un auto-socianalisis, que desde el título mismo dan cuenta de la posición crítica del autor frente a las autobiografías corrientes.

        Pierre Bourdieu, nacido el 1° de agosto de 1930 en Denguin, en la región de Aquitania, era descendiente de una familia de pastores. Su padre, cartero de la pequeña población que tenía 450 habitantes cuando nació, era el primero de su familia en emprender una actividad en ciertos aspectos intelectual.  Bourdieu nació y tuvo sus tempranas experiencias en una familia de los dominados, pero era doblemente dominada por la posición marginal en Francia del Bearn, la provincia en la que se ubica Denguin, y por ser gascones con su propio dialecto (el bearnes).  De alguna manera la trayectoria de Bourdieu, que el mismo calificara de milagro sociológico, es la de una constante práctica de subversión de los determinantes a los cuales aparentemente estaba condenado. 
Para realizar sus estudios secundarios debió trasladarse al Liceo L. Barthou, en Pau, e internarse.  Como en la secundaria resultó un alumno destacado un profesor le aconseja inscribirse en el Liceo Louis-Le Grand de París, institución de prestigio. De allí pasó a la École normale supérieure (ENS), en la cual fue compañero de Jacques Derrida entre otros, y en la que logró, en 1954, una agregación en Filosofía (un diploma que permite enseñar) en 1954.  Su tesis fue sobre Animadversiones de Leibniz.  En 1954 se convirtió en profesor de Filosofía en el Liceo de Moulins, pero al año siguiente fue convocado al servicio militar en Versalles y, por “razones disciplinarias” lo trasladaron a Argelia, por entonces colonia francesa, al norte de Africa.  Los argelinos llevaban adelante una guerra de liberación que provoco tremendas divisiones entre los franceses.

Para Bourdieu la experiencia de Argelia resultó inigualable, de militar devinó en Profesor de Filosofía en la Facultad de Letras de Argelina, asimismo llevó adelante una serie de importantes trabajos etnográficos. Sus estudios argelinos son centrales en su producción y la elaboración de su teoría.

En 1960 volvió a Francia, y ingresó como asistente en La Sorbona , y enseñó en Lille, al mismo tiempo que profundizó sus estudios en antropología y en sociología. En sociología inicialmente trabajó bajo la dirección del prestigioso Raymond Aron. Criticó al estructuralismo y prestó atención a la escuela como lugar en el cual se reproducen las relaciones de dominación y una nobleza.  Aron logró que fuera  nombrado a cargo del Centro Europeo de Sociología Histórica, pero en el 68 Bourdieu romperá con él.  Fundó la revista Actes de la recherche en sciencies sociales.
En 1981 Bourdieu logra obtener el cargo de Profesor Titular de Sociología del Collège de France,  el más prestigioso del sistema universitario francés.  En 1993 fue el primer sociólogo en obtener la medalla de oro del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS).  A pesar de ello no dejo de ser un implacable crítico del sistema francés de enseñanza.
 Dirigió la colección El sentido común en la editorial Minuit (1964-­1992) y Los últimos años de su vida dedicaría grandes esfuerzos en militar en Raisons d'agir (­Razones para Actuar), una asociación contra el neo-liberalismo y defensora del estado social.
Militó activamente, desde principios de lo noventa, contra la intervención en Irak.  En 1995 apoyó a los huelguista ferroviarios y participó en innumerables manifestaciones, incluyendo aquellas que defendieron a José Bove, amigo suyo, que fue enjuiciado por destruir un local de MacDonald. Bourdieu defendió sus tomas de posición pública: "Si yo he debido, para ser eficaz, comprometerme en persona y con nombre propio, siempre ha sido con la esperanza [...] al menos de romper la apariencia de unanimidad que constituye lo esencial de la fuerza simbólica del discurso dominante", que predica "la utopía neoliberal de un mercado puro y perfecto". (Citado por Isabel Blanco Velasco)
            Su muerte, por cáncer, se produjo el 23 de enero de 2002. Sus textos tuvieron, tempranamente, pero con importantes omisiones, amplia difusión en Argentina, donde tuvo acérrimos detractores que los acusaron de estructuralista, de determinista, de constructivista, de funcionalista, de marxista o de liberal.


BIBLIOGRAFIA.
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von Sprecher, R. ( Coord.) (2005) Teorías sociológicas. Introducción a los clásicos.  Editorial Brujas.  Córdoba.
Williams, R. (1982) Cultura.  Sociología de la comunicación y  del arte. Paidos comunicación. Barcelona.




[1] Aquella en la cual Karl Marx afirmara “Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de transformarlo”.
[2] El separar estructuras externas de estructuras subjetivas y de prácticas sociales es, asimismo, un recurso analítico y didáctico. De hecho quienes ocupan objetivamente posiciones en las estructuras externas objetivas portan una estructura subjetiva de disposiciones, y las prácticas que realizan constituyen las relaciones entre las posiciones.
[3] La misma idea de posiciones y relaciones entre posiciones la utilizaremos para referirnos a las estructuras internas subjetivas, en este caso serán disposiciones subjetivas que ocupan posiciones y se relacionan entre sí.
[4] “…conceptos que funcionan como «postes indicadores» que señalan fenómenos dignos de atención pero que quedan a veces oscuros e imprecisos, aún si son sugerentes y evocadores. Creo que algunos de mis conceptos (pienso por ejemplo, en conocimiento y desconocimiento) entran en esta categoría.” (Bourdieu, 1988a: 49)
[5] Eufemismo que Bourdieu utilizó frecuentemente evitando los términos de socialización primaria, tan presentes en el estructural-funcionalismo norteamericano y que, sin embargo, son previos al mismo, y que utilizó recién en alguna de sus últimas obras. Podemos suponer que evitar estos términos implicaba una maniobra de distinción y de manipulación conciente a nivel de las luchas simbólicas en el campo de las teorías sociológicas y una denegación de Bourdieu a dicha teoría a tal punto que la ignoraba al escribir, forma de eliminación simbólica de un adversario al que decide ni siquiera darle la posición de adversario.
[6] Obviamente habrán notado la reiterada insistencia de hablar en términos de tendencia, que tienda a ocurrir A significa que no necesariamente ocurrirá A, siempre queda abierta la posibilidad de que no ocurra A.
[7] No entramos a considerar otras competencias docentes que también suelen interiorizarse con una larga, o inteligente, trayectoria en la posición, como el manejo teatral del escenario, la gestualidad, la entonación, etc.  Quizás en ciertas circunstancias del campo la extensa trayectoria tienda a producir clases (y docentes) desactualizadas, aburridas, desapasionadas…
[8] En estos términos que utiliza Bourdieu (la historia siempre pudo ser distinta) encontramos unas de las diferencias centrales con Giddens, que plantea que un actor social cuando ha hecho algo siempre pudo haber hecho algo distinto.
[9] En La Rioja se hace valer el capital relaciones sociales para lograr ocupar un puesto en la Administración Pública.  Se trata de un espacio social general, o un subespacio si se quiere, que conserva rasgos del tipo de división del poder estamental, en el sentido weberiano, que otorga una distinción particular al capital social, a la familia a la que se pertenece, la oligarquía de los blasones, los viejos blasones que vienen de la conquista y la colonia, a los que hiciera referencia el pensador riojano Ricardo Mercado Luna.
[10] Bourdieu suele utilizar la palabra inconciente o no conciente para referirse a prácticas no reflexivas, el uso que hace de aquella palabra es prácticamente el cotidiano, y poco tiene que ver con los usos del término de Freíd en adelante.  En cambio Giddens, cuando usa el término inconsciente tiene como referencia el psicoanálisis y una conceptualización más cercana a la de ese campo. Como en este mismo texto escribiremos un capítulo sobre Giddens, para evitar confusiones, preferimos evitar al dar cuenta de la teoría de Bourdieu usar la palabra “inconsciente” y usar “no reflexivo” o “irreflexivo”, pero también lo hacemos para evitar las imprecisiones que el uso del término, por parte de Bourdieu, genera.
[11] Creo que quien esquematizó de esta forma la homología estructural de referencia fue Luciano Lazzarini, hoy amigo y colaborador, cuando cursaba Sociología de la Comunicación en la Universidad Católica de Santa Fe, en el año 2000. 
[12] Raymond Williams realiza en Cultura. Sociología de la comunicación y  del arte (1982) un tratamiento de esta cuestión que puede refinar el planteo de Bourdieu.
[13] Probablemente dicho planteo dividiendo entre clases propietarias y clases lucrativas ha influenciado Bourdieu.
[14] Por qué no se trata, en este campo, sólo de no pecar para salvar el alma, hace falta además cumplir con una serie de ritos y requisitos que sólo pueden ser suministrados a los fieles por los miembros de la iglesia expresamente autorizados y en el momento oportuno: bautismo, comunión, confirmación, casamiento religioso, confesión, extremaunción, etc.
[15] Puede que recuerden el caso, relativamente reciente, del ex Arzobispo de Santa Fe Edgardo Storni, en el que se hicieron públicos, los abusos sexuales del Arzobispo a jóvenes seminaristas.
[16] Proyecto denominado Mapa del campo de la producción, edición y distribución de historietas realistas en Argentina (CPEDHRA), dirigido por el autor de este capítulo y co-dirigido por el Dr. Jeffery Littleton Williams.

[17] Manga es la denominación que se le da a lo que aquí llamamos historietas y en Estados Unidos comics. Aunque si tuviéramos tiempo para profundizar podríamos aclarar que son formas narrativas cercanamente emparentadas, pero con sus propias y distinguibles particularidades.  Casi todos conocerán algún ejemplo de los mangas que se editan en Argentina como Kenshin, I’s, Paradise Kiss o recientemente Vagabond.  Debe tenerse en cuenta que a su vez el manga, emparentado con el animé –el dibujo animado japonés, que también es distinto al occidental- tiene un sistema de géneros y subgéneros extremadamente diverso y complejo.
[18] Denominación que combinaba la idea de suplemento y de subterráneo o under.
[19] Cuando uno lee por primera vez las reflexiones de P. Bourdieu sobre el potencial liberador de la sociología, es difícil evitar pensar en que su planteo es pedante y que sobreestima los potenciales de la sociología o de las ciencias sociales.  Sin embargo, cuando uno piensa en el tremendo efecto de teoría que tuvo Karl Marx –y del cual su propia teoría es incapaz de dar cuenta- sobre la constitución de un proletariado revolucionario o sobre las revoluciones en países en los que aún no estaba plenamente constituido un proletariado, no se puede negar ese potencial; como tampoco se podría negar un potencial de colaboración con la dominación de la sociología, si uno piensa en el estructural-funcionalismo norteamericano.  De hecho confiando en ese potencial de liberación Bourdieu se convirtió, en las últimas décadas de su vida, en un activo militante.

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